“Lejos de ser un incidente aislado -señalan- esos ataques parecen ocurrir con una frecuencia cada vez mayor”. Tres escuelas atacadas en un plazo de 48 horas entre el 3 y el 4 de agosto y dos escuelas atacadas el 8 de agosto, todas ellas en la ciudad de Gaza, siendo Al Tabi’een el sábado el último ataque de este tipo.
Según la OCHA, 477 de las 564 escuelas de Gaza han sido destruidas durante el conflicto y 180 de ellas atacadas directamente, que como se sabe son lugares de alojamiento temporal de refugiados.
Desde octubre del año pasado han sido atacadas 180 escuelas y desde el 4 de julio, la ONU ha documentado al menos 21 ataques contra escuelas que sirven de refugio, lo que ha provocado más de 274 muertes, entre ellas mujeres y niños.
Según ACNUDH (Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos), el de la escuela de Al Tabi’een se trata al menos del 21º ataque registrado en una escuela que sirve de refugio desde el 4 de julio de este año. Decenas de personas han muerto en estos ataques, entre ellos mujeres y niños.
La violencia incesante en Gaza ha matado a casi 40.000 palestinos y herido a más de 90.000, según el Ministerio de Salud de Gaza. Unas 10.000 personas siguen desaparecidas y se cree que están enterradas bajo los escombros.
Según un análisis reciente de la ONU, más del 60 por ciento de los edificios residenciales y el 65 por ciento de la red de carreteras han resultado dañados o destruidos.
“Las órdenes de evacuación -supuestamente para la seguridad de los civiles señala el relato- están claramente teniendo el resultado opuesto. Son asesinados y heridos repetidamente en los mismos lugares a los que les dijeron que eran seguros”.
“Vale la pena repetirlo: no hay protección para los civiles en Gaza”, declaró Lisa Doughten, Directora de la División de Financiamiento y Asociaciones de OCHA en su intervención ante el Consejo de Seguridad. “Lo que estamos viendo en Gaza es el resultado de una guerra librada con un lamentable -si es que lo hay- respeto por las exigencias del derecho internacional”.
En su exposición, se relatan las enormes trabas por parte de las autoridades israelíes para hacer llegar la ayuda humanitaria y los ataques a los trabajadores de Naciones Unidas. Se describen la proliferación de enfermedades que está sufriendo la población de Gaza, así como los traumas emocionales y psicológicos que arrastrarán de por vida.
“Las limitaciones de acceso y los altos niveles de inseguridad obstaculizan gravemente la respuesta humanitaria -aseguran- y la escasez de combustible significa que el suministro de agua ha caído a tan solo 2 litros por persona al día, muy por debajo de los 15 litros necesarios”.
En su intervención, la responsable pidió “un cese inmediato de las hostilidades y un alto el fuego sostenido”, también proteger a los civiles y satisfacer sus necesidades esenciales, “incluso garantizando la prestación sin obstáculos de asistencia humanitaria en toda Gaza, según lo ordenado por la Corte Internacional de Justicia, incluso a través de la UNRWA [Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente”, declaró.
Finalmente declaró que “todos los Estados miembros deben utilizar toda su influencia para prevenir y detener las violaciones del derecho internacional humanitario, incluso mediante presiones diplomáticas y económicas” e instó al Consejo y a todos los Estados miembros “a que utilicen su influencia para proteger a los civiles y poner fin a este conflicto y a sus intolerables víctimas”.