Por Emir Olivares y Alonso Urrutia
Tras develar su retrato que quedará en la Galería de los Presidentes de Palacio Nacional, junto a la del “licenciado Peña -como siempre se refirió a su antecesor-, el mandatario se dio un tiempo para contestar las preguntas de los reporteros.
Insistió en que en tiempos de transformación lo más importante es la acción, por lo que dedicó 16 horas a trabajar diariamente y ocho para descansar.
¿Una despedida para sus seguidores?, se le preguntó.
Pues, que los quiero mucho, mucho, mucho, mucho. Lo más importante es el amor al pueblo, reviró.
¿Misión cumplida?, se le insistió.
Sí, en lo público sí, ahora sí que misión cumplida.
Ante la interrogante si se va nostálgico o triste, el jefe del Ejecutivo sostuvo que no, aun cuando en su semblante se irradiaba cierto aire de pesadumbre por llegar al final de su gestión.
Cumplí con el mandamiento constitucional y sobre todo se hizo realidad la democracia. Era nada más un concepto y llegó a ser una palabra vacía. Mayor participación del pueblo, que es el actor principal, la gente está muy consciente, informada, muy decidida.
“No, no, no, no. Me voy muy tranquilo, con mi conciencia tranquila, me voy contento, ya les dije por qué: no es poca cosa el lograr, después de la pandemia, el reducir la pobreza; y lo otro que me llena de orgullo y me da mucha tranquilidad es que le voy a entregar la banda presidencial a una mujer humana y excepcional, con experiencia de gobierno, honesta, de convicciones (Claudia Sheinbaum).
¿Qué sensación le queda de estos días que ha convivido con ella?
Eso, yo creo que nos hemos identificado más en estos días, en estos tiempos.
Inclusive, señaló el sitio donde dentro de seis años estará el retrato de la futura mandataria federal, entre dos puertas clásicas de Palacio Nacional.
Una y otra se sumaban las preguntas. A su rescate llegó su esposa y compañera, la académica Beatriz Gutiérrez Müller.
“Ya me tengo que ir”, cortó el Presidente. Y tomó de la mano a su esposa para caminar por el salón de la Galería de los Presidentes. Llegaron hasta la puerta del despacho del mandatario, donde entraron. Probablemente, la última ocasión que López Obrador entre por esa puerta.
A lo lejos, el mandatario alzó la mano en señal de despedida y algunos, a la distancia, le gritaron: “¡Gracias Presidente!”.