Por Jorge Elbaum
Hasta el año pasado, los BRICS+ estaban conformados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El primero de enero de 2024 se le sumaron cuatro países: Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. Argentina -que había sido nominada para ingresar- rechazó dicha afiliación en nombre de un alineamiento geopolítico con el G7 y la OTAN.
Los diez integrantes de los BRICS+ representan, en la actualidad, el 46 por ciento del total de la población mundial, el 37,6 del total del Producto Bruto global y más de dos terceras partes de la producción de hidrocarburos.
Tres décadas atrás, el G7 (integrado por Europa Occidental, Japón, Estados Unidos y Canadá) contaban con el 50 por ciento de la participación en el Producto Bruto, y los BRICS apenas alcanzaban el 16 por ciento.
Para cuando se lleve a cabo la cumbre de Kazán, los BRICS alcanzarán 32 puntos porcentuales, y el G7 rondará el 29 por ciento, distancia que se irá profundizando en las próximas décadas.
Hasta agosto del presente año, 32 países han solicitado sumarse a los BRICS+. Entre las solicitudes figuran los casos paradigmáticos de Cuba y Turquía.
En el primer caso, porque la isla caribeña soporta desde hace seis décadas un bloqueo criminal por parte de Estados Unidos. Su ingreso a los BRICS+ generaría oportunidades de quebrar dicho bloqueo a través de la cooperación propuesta por el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), que ofrece financiamiento sin injerencismo geopolítico.
Esa plataforma permitirá a muchos países eludir las sanciones ilegales dispuestas por el Departamento de Estado, dando paso a una arquitectura financiera.
Por su parte, la petición realizada por Ankara -en el caso de ser aceptada- supondría un duro golpe para la OTAN, que vería debilitada su membresía.
Mientras Washington y Bruselas insisten en promover bloqueos, sanciones unilaterales, programas directos de injerencia política, económica y/o financiera, guerras híbridas y operaciones de confusión cognitiva, los BRICS+ se plantean un Nuevo Orden Global basado en el respeto de las soberanías y una consecuente regulación de las grandes corporaciones. Estos últimos insisten en imponer confusión mediática, manipulación algorítmica, destrucción del sentido comunitario, devastación del medio ambiente y desaparición de las identidades nacionales.
Como contrapartida, los BRICS+ plantean un modelo alternativo de gobernanza global que busca desconectar al Sur Global de las extorsiones atlantistas y, al mismo tiempo, superar la actual parálisis de las Naciones Unidas, impotente frente a la militarización de la OTAN, la guerra tecnológica contra China y la crisis del Cercano Oriente. En ese marco, uno de los focos del debate de Kazán será la continuidad de la política de desdolarización.
Cuatro décadas atrás, el billete verde se utilizaba en ocho de cada diez transacciones del comercio internacional. Hoy ese guarismo se redujo al 45 por ciento.
Para profundizar aún más ese proceso de desconexión monetaria, se analizará la creación del BRICS Bridge, una plataforma de pago supranacional que competiría con el Swift occidental, que monopoliza el intercambio de once mil entidades financieras. El Bridge permitiría realizar pagos en monedas nacionales de los países miembros, al tiempo que el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) actuaría como clearing de conversión y compensación.
De esa forma, se potenciaría el comercio entre los socios al facilitar las transacciones de los gobiernos, las empresas y las personas. También se discutirá otra de las iniciativas más temidas por Washington.
La creación de una moneda digital única de los BRICS, denominada R5, en referencia a la primera letra de sus respectivas divisas: real, rublo, rupia, renminbi y rand. La propuesta rusa incluye la posibilidad de que sea utilizada tanto para transacciones internacionales como para el ahorro.
En una investigación realizada por Zongyuan Liu y Mihaela Papa -integrantes del establishment académico estadounidense- se preguntaron en 2022 si los BRICS tenían capacidad de ahondar la desdolarización.
La respuesta fue contundente: el Sur Global profundizará el deterioro del modelo forjado en Bretton Woods. La decisión del gobierno de Javier Milei de resignar el ingreso de Argentina -a comienzos de 2024, por exigencia de sus mandantes de Washington- motivó un debate respecto a las responsabilidades y compromisos de los miembros.
El canciller de Brasil, Mauro Luiz Vieira, confirmó que uno de los temas que se abordarán en Tartaristán serán las reglas que van a regular las incorporaciones futuras.
El Club que desafía a Occidente seguirá creciendo, mientras Occidente buscará frenar con guerras cognitivas, híbridas y proxy lo que aparece como su ocaso.