El canciller señaló que «la explotación de las antiguas colonias por parte de sus metrópolis nunca cesó», sino que únicamente «cambió de forma». Su objetivo principal consiste en «bombear» los recursos de los países de Asia, África y América Latina con el fin de mantener el dominio de Occidente, aseveró.
Los métodos para conseguirlo varían desde presionar mediante sanciones hasta coaccionar para firmar acuerdos desiguales y esclavizantes. «Está claro que esto provoca una desaceleración del desarrollo de los países del Sur y del Este Global, especialmente de los más pobres y menos desarrollados», explicó el ministro.
«Particularmente cínica es la forma en que los occidentales se benefician de las desgracias de los países más vulnerables», continuó Lavrov.
En este contexto, el jefe de la diplomacia rusa puso de ejemplo el devastador terremoto que azotó Haití en 2010. «De los 2.500 millones de dólares de ayuda prometidos por EE.UU., solo el 2,6 % llegó a empresas y organizaciones haitianas», dijo, agregando que el resto del dinero terminó en manos de contratistas estadounidenses.
El canciller asegura que el de Haití no es un caso aislado, ya que una situación semejante se dio con la ayuda occidental para las poblaciones de Irak y Afganistán, «países que los propios estadounidenses y sus satélites de la OTAN primero destruyeron completamente», recordó.
Lavrov agrega que «una clara manifestación del neocolonialismo moderno» es también el hecho de que los países africanos reciban menos del 10 % de las ventas de café en el mercado mundial, mientras «el resto va a parar a las empresas transnacionales».
«No nos hacemos ilusiones y entendemos que los neocolonialistas occidentales no renunciarán a sus privilegios por voluntad propia», manifestó, señalando la necesidad de tomar medidas para que el funcionamiento de las instituciones financieras occidentales sea adaptado a la situación real de la economía mundial.