Por Ángeles Cruz Martínez (primera parte)
Es un fenómeno presente en el país y más en entidades como Chiapas, donde predominan comunidades rurales e indígenas alejadas y en condiciones de pobreza. En esos sitios, el funcionamiento de un centro de salud o un hospital básico comunitario cambia la vida de las personas que nunca han tenido nada, ni saben explicar si el trato recibido es bueno o no.
Para conocer un poco de esa realidad, La Jornada visitó cuatro municipios del estado donde laboran médicos cubanos. Presentamos en dos entregas, un panorama de lo que se vive en la zona.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas: IMSS-Bienestar llegó de manera formal a Chiapas en marzo de 2024, aunque para empezar a revertir las añejas carencias en los servicios de salud, desde cinco meses atrás se instaló el primer grupo de médicos especialistas de Cuba. Eran 12 que muy pronto se incrementaron a 179 de 14 áreas clínicas, quienes laboran en 31 de los 124 municipios de la entidad.
Ahí donde trabajan han marcado una diferencia por su disposición en la atención de los pacientes, incluso el hacer más de lo que les corresponde y sin importar dónde se encuentren. Así lo reconocen sus compañeros en las unidades médicas y las autoridades estatales de IMSS-Bienestar.
Algunos especialistas de las diferentes áreas clínicas fueron asignados en centros de salud en comunidades indígenas, otros en hospitales básicos comunitarios e incluso en hospitales generales, como el que está en la capital Tuxtla Gutiérrez y es centro de referencia en el estado.
Guillermo Amauri Pérez, jefe de Educación en Salud de IMSS-Bienestar y enlace del organismo con la brigada de médicos cubanos, señaló que garantizar la atención y medicamentos gratuitos para las personas sin seguridad social es un «desafío enorme».
A casi un año de la entrada en operación del nuevo esquema sanitario, falta cubrir 75 por ciento de las plazas en comunidades rurales e indígenas, además de que la capacidad para brindar servicios de alta especialidad está limitado a los hospitales pediátricos en la capital del estado y para enfermedades de adultos situado en Tapachula.
El funcionario tiene claro el panorama y a la pregunta sobre el número de unidades médicas en el estado, advierte que más relevante que la cifra es la funcionalidad de los inmuebles. «De nada sirve que haya más de 600 centros de salud y 24 hospitales básicos comunitarios si faltan equipos y personal que se haga cargo de la prestación de los servicios», sostuvo.
Indicó que hace un año IMSS-Bienestar recibió del estado 40 hospitales, de los cuales 16 no estaban habilitados en su totalidad. Tienen quirófano, pero les faltaba el equipo, instrumental y en otras áreas no había ni insumos básicos como báscula o los dispositivos para medir la presión arterial.
A eso se suma la dispersión poblacional y la dificultad de acceso a las comunidades. Por eso se entiende, parcialmente, la falta de disposición de médicos generales y especialistas mexicanos para trabajar en esos sitios.
En cambio, a los médicos especialistas de Cuba eso no les importa. Han formado parte de algunas de las brigadas enviadas por la isla a 59 países, muchos en condiciones «más difíciles que aquí», comentaron algunos de ellos.
En Chiapas se han ido adaptando. Reciben una manutención para sus gastos personales y a sus familias se les entrega el salario de su plaza en su país de origen. Los contratos son anuales y cada uno decide si quiere continuar.
Se encuentran en centros de salud, donde han logrado que las personas no tengan que salir de sus comunidades por males como una infección de vías respiratorias o gastrointestinal; o si se trata de un hospital básico comunitario, las mujeres pueden dar a luz ahí. También se practican cirugías sencillas, de apéndice o vesícula, entre otras, y los enfermos no tienen que viajar a alguno de los 16 hospitales generales que se localizan en la entidad y están saturados.
Sólo por este trabajo, en el último año, se redujo de 30 a 40 por ciento la demanda de servicio en los nosocomios asociados a una red de centros de salud y hospitales básicos comunitarios fortalecidos con médicos y equipos. Es un avance, comentó Amauri Pérez.
Para los especialistas extranjeros, el trabajo «es lo que sabemos hacer y nos gusta» donde sea que haga falta. Lo que sí les sorprendió al llegar a Chiapas fue el clima, muy frío en Los Altos o «de mucho calor, sofocante» en Tuxtla Gutiérrez. También, la comida, que “tiene mucho picante. El paladar no lo aguanta. Hemos aprendido a comer tacos, cochito (platillo tradicional de Chiapas), empanadas, tortillas, el pozol y ¡las aguas! de horchata, jamaica…”.
En Cuba “tomamos jugos, pero no existen esas aguas. Comemos pan, almorzamos y cenamos arroz, frijol, carnes… es diferente, pero ya nos acostumbramos”, dicen algunos y otros reconocen que prefieren cocinar sus alimentos.
Algo más que tienen presente es que el convenio entre México y Cuba señala que si algún doctor mexicano decide trabajar donde ellos se encuentran «¡nos cambiamos a donde podamos ayudar!.»