Militante propalestino y exmiembro de las Facciones Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL), Abdallah dejó la prisión de Lannemezan de madrugada, en una operación discreta y fuertemente custodiada, tras una orden judicial que condicionaba su libertad a la salida inmediata del país.
«Es una alegría para él, un shock emocional y una victoria política después de tanto tiempo», declaró su abogado, Jean-Louis Chalanset, a la cadena France Inter. La salida se produjo hacia las 3:30 de la madrugada (hora local), escoltado por un cordón de seguridad compuesto por ocho vehículos policiales y representantes de la prefectura de Hautes-Pyrénées.
Abdallah, de 73 años, aterrizó horas después en el Aeropuerto Internacional de Beirut, donde fue recibido por sus familiares y simpatizantes. A su llegada, lanzó un mensaje firme de apoyo a la resistencia palestina: “La resistencia está enraizada en esta tierra y no puede ser desarraigada, no es débil sino fuerte. Nuestra resistencia está encabezada por sus mártires y hoy debemos apoyar a la resistencia más que nunca”.
También dirigió duras críticas al mundo árabe por su inacción ante la situación en Gaza. “Es una vergüenza que el mundo árabe se quede mirando. Mientras en Europa se están movilizando, hay 104 millones de personas en Egipto. Con un millón que se mueva hacia la frontera, podría terminar el genocidio”, declaró.
El Tribunal de Apelación de París había autorizado la liberación de Abdallah el pasado 17 de julio, con efecto a partir del 25 de julio, y bajo la condición de no regresar jamás a territorio francés. Aunque la fiscalía de París anunció que apelará la decisión, dicha apelación no tiene efecto suspensivo y no impidió su liberación.
Georges Abdallah fue condenado en 1987 a cadena perpetua por su presunta implicación en los asesinatos, en 1982, del diplomático estadounidense Charles Ray y del israelí Yacov Barsimantov, considerado entonces jefe del Mossad en Francia.
La acusación se basó en indicios como huellas dactilares halladas en un escondite con armas y explosivos, incluida la pistola utilizada en los crímenes. Abdallah siempre ha negado su responsabilidad directa, y durante años su entorno ha denunciado que el proceso estuvo influido por un contexto político altamente polarizado.
Los jueces del tribunal consideraron que su detención era ya «desproporcionada» en relación con los hechos y destacaron que el grupo al que pertenecía, disuelto desde los años ochenta, “no ha cometido ningún acto violento desde 1984”. A pesar de no haber mostrado arrepentimiento, valoraron que Abdallah ya no representa un riesgo para el orden público.
Durante sus años de encarcelamiento, Abdallah se mantuvo fiel a su ideología comunista y a su apoyo a la causa palestina. Su celda, adornada con una bandera del Che Guevara y repleta de libros y periódicos, fue vaciada días antes de su salida. Regaló la mayoría de su ropa a otros presos y se despidió con una pequeña maleta.
Se espera que en las próximas horas viaje a su pueblo natal, Kobayat, en el norte del Líbano, donde según su familia será recibido con honores tanto por simpatizantes como por autoridades locales. “Cuarenta años es mucho tiempo, pero no se siente cuando hay una dinámica de lucha”, dijo Abdallah al ser visitado recientemente por un parlamentario libanés en prisión.
Su liberación ha sido celebrada por diversos movimientos sociales y políticos que han seguido su caso durante décadas. El Partido Comunista de España publicó: “Tras 41 años en las cárceles francesas, encarcelado injustamente por su apoyo a la causa palestina, recobra la libertad y lo hace llamando a resistir, a pelear contra el genocidio y la ocupación”.
El caso de Georges Abdallah ha sido durante años símbolo de las tensiones entre justicia, política antiterrorista y solidaridad internacional. Hoy, su retorno al Líbano marca el final de una larga detención y reabre el debate sobre la criminalización de la lucha propalestina en Europa.