Por Manu Pineda *
La operación de aniquilación no se reduce a una sucesión de ataques militares: responde a un plan estratégico que busca vaciar Palestina de palestinos. El hambre, el desplazamiento forzado y la destrucción sistemática de infraestructura civil —escuelas, hospitales, universidades, viviendas— constituyen parte integral de una estrategia genocida que desprecia abiertamente el derecho internacional. La respuesta internacional, sin embargo, se ha visto bloqueada por los intereses geopolíticos de las potencias occidentales, lo que confirma que la defensa de los derechos humanos sigue siendo selectiva y subordinada a la lógica imperial.
El sionismo como ideología supremacista y la cultura de impunidad
El sionismo no es únicamente un proyecto nacional: es también una ideología de carácter supremacista que se coloca por encima de la legalidad internacional y de la vida misma de quienes no pertenecen al grupo dominante. Sus fundamentos políticos y culturales recuerdan peligrosamente a los totalitarismos raciales del siglo XX. El Estado de Israel se ha negado a cumplir 78 resoluciones de Naciones Unidas, más que todos los demás países juntos, lo cual lo convierte en un símbolo de impunidad global.
Estados Unidos ha vetado en 46 ocasiones el Consejo de Seguridad de la ONU para proteger a Israel de condenas. Y cada año le concede a Israel 3.800 millones de dólares en ayuda militar
La autopercepción de superioridad étnica y religiosa se ha plasmado en leyes como la de “Estado-Nación judío”, que reduce a los palestinos —musulmanes y cristianos— a una condición de ciudadanía de segunda o a la simple inexistencia jurídica. Esto configura un régimen de apartheid, tal como han documentado organismos de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch. El primer ministro Netanyahu, al declarar que Israel “gana la guerra terrestre aunque pierda la batalla propagandística”, no solo evidencia su desprecio por la verdad, sino también por el derecho internacional y la vida de millones de civiles.
El patrocinio estadounidense: Veto, sanciones y complicidad
Nada de esto sería posible sin el blindaje proporcionado por Estados Unidos. Washington concede a Israel 3.800 millones de dólares anuales en ayuda militar, cifra a la que se han sumado más de 38.000 millones adicionales desde octubre de 2023. El veto estadounidense en el Consejo de Seguridad, ejercido en 46 ocasiones para proteger a Israel de condenas, constituye uno de los mayores obstáculos para frenar la masacre.
La alianza militar y política entre Washington y Tel Aviv demuestra que Israel no actúa en soledad: es el brazo adelantado de una estrategia imperialista que utiliza Oriente Próximo como laboratorio de control y sometimiento
La complicidad no se limita al veto diplomático: también se extiende a las sanciones contra la Corte Penal Internacional (CPI) cuando esta intenta investigar crímenes de guerra israelíes. Con ello, Estados Unidos erige un escudo protector que garantiza la continuidad del genocidio y debilita de forma alarmante el sistema multilateral de justicia. La alianza militar y política entre Washington y Tel Aviv demuestra que Israel no actúa en soledad: es el brazo adelantado de una estrategia imperialista que utiliza Oriente Próximo como laboratorio de control y sometimiento.
Gaza: ocupación, hambre y exterminio
La ofensiva terrestre sobre Gaza City representa un salto adelante en la política genocida de la entidad sionista. Cerca de un millón de palestinos se encuentran atrapados entre bombardeos incesantes, ataques de artillería y órdenes de evacuación imposibles de cumplir. La ofensiva no busca derrotar a un ejército regular –que no existe en Gaza– sino quebrar la resistencia de toda una población.
Paralelamente, Israel ha convertido el hambre en un arma de guerra. El asedio ha provocado que uno de cada tres niños del norte de Gaza sufra desnutrición severa, según la UNRWA, con consecuencias irreversibles para su desarrollo físico y cognitivo. El bloqueo humanitario impide la entrada de alimentos, medicinas y combustible, mientras soldados israelíes y mercenarios norteamericanos de la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF) atacan deliberadamente a civiles en las llamadas “colas del hambre”. Esta práctica, consistente en disparar sobre quienes esperan alimentos, simboliza la brutalidad de un sistema que busca quebrar toda esperanza de vida.
Cisjordania: limpieza étnica y anexión formalizada
Mientras Gaza acapara la atención mundial, la represión se intensifica en Cisjordania y Jerusalén Este. Desde octubre de 2023, más de 500 palestinos han sido asesinados en la zona, incluyendo más de un centenar de menores. Colonos armados, coordinados y protegidos por el ejército israelí, ejecutan una violencia sistemática destinada a expulsar a comunidades enteras.
La Knesset ha aprobado medidas que constituyen una anexión de facto del territorio, legalizando asentamientos que fragmentan la geografía palestina hasta hacer inviable cualquier forma de soberanía. La construcción de macroasentamientos ilegales, acompañada de la demolición de viviendas palestinas, responde a un plan estratégico: consolidar el dominio colonial y desplazar a la población autóctona. La limpieza étnica no es un efecto colateral, sino el objetivo mismo de la política israelí en Cisjordania.
El “Gran Israel”: expansionismo y guerra regional
La reivindicación del “Gran Israel” muestra que el sionismo no se limita a la Palestina histórica. La ocupación de partes de Siria y de cinco zonas del Líbano revela un proyecto expansionista con aspiraciones regionales, justificado mediante un discurso mesiánico que recurre a derechos históricos bíblicos para legitimar anexiones ilegales. Estas agresiones buscan generar una escalada permanente en Oriente Próximo, sembrando inestabilidad en toda la región para garantizar la hegemonía israelí y su papel como gendarme de los intereses occidentales.
La hora de la acción decisiva
El genocidio palestino constituye una prueba moral decisiva para nuestra época. La continuidad del exterminio no solo amenaza al pueblo palestino, sino también al propio orden internacional, que se vacía de legitimidad al tolerar crímenes masivos en nombre de la geopolítica. Cada silencio cómplice erosiona la credibilidad de Naciones Unidas y de todo el sistema multilateral de derechos humanos. La respuesta no puede limitarse a condenas retóricas. Es necesaria una acción internacional concertada, incluida una intervención bajo mandato de la ONU que garantice la protección de la población palestina. El presidente colombiano Gustavo Petro lo resumió con claridad: “Gaza es solo el primer experimento de un mundo en el que todas las personas seamos consideradas prescindibles”.
El futuro de Palestina y de la humanidad está entrelazado
No habrá paz ni justicia mientras persista la impunidad israelí. La movilización ciudadana, la presión política y la acción internacional son deberes éticos inaplazables. Cada día que pasa sin actuar significa más muertos, más niños desnutridos, más familias desplazadas. El tiempo se agota no solo para Gaza, sino también para la humanidad, cuya conciencia está siendo juzgada en cada bomba lanzada y en cada complicidad silenciosa.
España y la responsabilidad europea
La complicidad no es exclusiva de Estados Unidos. Europa también es corresponsable del genocidio. En España, aunque el Congreso aprobó la tramitación de una proposición de ley para prohibir el comercio de armas con Israel, el gobierno ha seguido importando material militar por más de 1.044 millones de euros desde octubre de 2023. Se trata de una contradicción flagrante entre los discursos oficiales y las prácticas reales.
Ante ello, se imponen medidas inmediatas y concretas:
—Ruptura de relaciones diplomáticas con Israel y expulsión de su misión en Madrid.
—Embargo total de armas, que incluya no solo la compra y venta, sino también el tránsito
por territorio español.
—Prohibición de toda cooperación militar y de seguridad, incluyendo convenios
académicos vinculados a la industria armamentística.
España tiene la responsabilidad histórica de no ser cómplice de un genocidio transmitido
en directo ante los ojos del mundo.
(*) Responsable de Relaciones Internacionales del PCE