Por Andy Robinson
En esta y decenas de otras marchas en las grandes ciudades de Brasil convocadas por el Partido de los Trabajadores y diversas plataformas de izquierda que apoyan el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, muchos manifestantes portaban banderas brasileñas con la consigna de orden y progreso, los colores verde amarillo. Se entremezclaban con pancartas color rojo, que rechazaban la amnistía al expresidente de la extrema derecha y sus conspiradores en el intento de golpe que habría prevenido la llegada al poder de Lula a finales del año 2022. Otros muchos vestían la camisa de la selección de fútbol nacional, algunas con el nombre de Lula en lugar de Vinicus Junior. Un manifestante llevaba una foto de Bolsonaro rodeada de la bandera de Estados Unidos.
En Rio donde más de 40.000 personas desfilaron por la playa de Copacabana siguiendo el ritmo hipnótico de las bandas de tambores en las escuelas de samba. Actuaron cantantes icónicos como Chico Buarque, Paulino da Viola, Caetano Veloso y Gilberto Gil. «Es simbólico protestar en Copacabana y recuperar este espacio porque el bolsonarismo se ha manifestado tantas veces aquí», dijo una joven del barrio periférico y obrero de Duque de Caxias que participó en protesta tras bañarse en la famosa playa.
Otros 47.000 manifestantes contra la impunidad de Bolsonaro y los otros golpistas que planificaron asesinar a Lula, desfilaron en Sao Paulo por la Avenida Paulista, el gran bulevar de la megalopolis brasileña que suele escenificar a las concentraciones bolsonaristas. En Salvador de Bahía el actor de cine Wagner Moura -estrella de la elogiada película El agente secreto- compareció ante decenas de miles de personas. Los manifestantes arremetían contra la decisión semana pasada del Congreso en Brasilia de aprobar la primera fase de una ley que concedería la impunidad a los miembros del congreso frente a posibles demandas judiciales. Otro proyecto de ley podría incluir también una amnistía para Bolsonaro y sus asociados en la conspiración para un grupo de Estado contra el gobierno de Lula en 2023.
La propuesta con más posibilidades de ser aprobada, sin embargo, se limitaría a reducir las penas que en el caso de Bolsonaro rebasa los 27 años de cárcel. Desde hace un decenio, los colores nacionales han sido la simbología única y exclusiva del movimiento bolsonarista. Pero en las últimas semanas todo ha cambiado. La izquierda ya reivindica como una cuestión de soberanía nacional el derecho del Tribunal Supremo de condenar a Bolsonaro desafiando las amenazas de la administración de Trump. Washington acusa a los jueces brasileños de ser «dictadores comunistas» y Trump pretende adoptar sanciones en defensa de Bolsonaro y de la supuesta libertad Democrática, que, según la extraña lectura de lo ocurrido que se hace en Washington, ha sido violada por la decisión judicial de condenar a los golpistas