Hegseth afirmó que las operaciones fueron ordenadas directamente por el presidente Donald Trump y se llevaron a cabo contra organizaciones designadas como terroristas dedicadas al narcotráfico.
Estos ataques representan una escalada significativa en la campaña militar estadounidense. Según reportes de la agencia AP y la cadena ABC News, con estos últimos incidentes, el número total de muertos en esta serie de ofensivas asciende a más de 50 personas.
De hecho, se informa que en 13 ataques aéreos realizados en el Caribe y el Pacífico han perecido al menos 57 individuos. Esta es la primera vez que Estados Unidos anuncia múltiples ataques en un solo día, lo que evidencia un notable aumento en el ritmo de las operaciones iniciadas a principios de septiembre.
La ofensiva militar se desarrolla en un contexto operativo complejo. Mientras se realizaban estos ataques, varios buques de guerra de la Marina estadounidense, desplegados en la misión antidroga en el Caribe, tuvieron que ser reubicados para evitar al huracán Melissa, un ciclón de categoría 5 que se anticipaba con efectos potencialmente devastadores para Jamaica. A pesar de esto, un oficial naval aseguró que no se esperaba que la tormenta, que se movía en dirección noreste, afectara las operaciones en la región.
La presencia militar estadounidense en la zona es considerable. Los recursos desplegados incluyen al Grupo Anfibio Iwo Jima y la 22ª Unidad Expedicionaria de Marines, con más de 4,500 marineros e infantes de marina repartidos en al menos tres buques de asalto anfibio. Además, la flota cuenta con tres destructores clase Arleigh Burke, el buque de combate USS Lake Erie y el USS Wichita. Paralelamente, se reporta que la Fuerza Aérea estaría desplegando más bombarderos B-1B hacia la zona, en medio de un refuerzo continuo de las capacidades militares estadounidenses.