Por Soheil Fazli
El presidente ruso, Vladimir Putin, pasó dos días intensos en India. Esto ocurrió mientras India enfrenta un arancel del 25% impuesto por Estados Unidos debido a su continua compra de petróleo ruso a precio reducido, un problema que ha tensado las relaciones entre Delhi y Washington.
Además, las sanciones estadounidenses anunciadas el 23 de octubre contra dos importantes compañías petroleras rusas han generado desafíos para las empresas indias que buscan importar crudo ruso barato. Sin embargo, los informes indican que India sigue siendo un importante comprador de petróleo ruso.
La no participación de la India en las sanciones occidentales
Tras el estallido de la guerra en Ucrania, los países occidentales intentaron debilitar a Rusia mediante sanciones, incluyendo topes de precios y restricciones a las importaciones de energía, para reducir los ingresos de Moscú.
Sin embargo, importantes actores emergentes del sistema internacional, en particular China e India, se convirtieron en compradores clave del crudo ruso.
Dadas las buenas relaciones de India con Estados Unidos, Washington esperaba que Delhi se uniera a la campaña de presión contra Moscú. Sin embargo, la disponibilidad de petróleo ruso a precios reducidos y las ventajas estratégicas de la cooperación con Moscú llevaron a India a continuar con sus compras.
India, a diferencia de los miembros del G7 y otros actores estrechamente alineados con Estados Unidos, no se unió a la farsa de las sanciones contra Rusia. En cambio, gradualmente emergió como un actor que diluyó los esfuerzos de sanciones occidentales.
Mientras muchos países adoptaron posturas antirrusas en respuesta a la guerra en Ucrania y redujeron su comercio con Moscú, Delhi expandió significativamente sus relaciones.
Si bien India no apoyó abiertamente la operación militar rusa en Ucrania, se abstuvo de adoptar posturas antirrusas y mantuvo una postura de neutralidad. Al mismo tiempo, los lazos bilaterales se mantuvieron en múltiples ámbitos y se fortalecieron en otros.
Estos avances se reflejaron en el aumento de las compras de petróleo ruso por parte de India, un incremento en las exportaciones indias de mercancías a Rusia y la cooperación con Moscú para eludir las restricciones tecnológicas y de servicios a través de empresas privadas y especializadas indias.
Tras el estallido de la guerra en Ucrania, esta relación continuó, siendo India el mayor comprador de armas rusas, con un 38 %.
Al mismo tiempo, el comercio petrolero profundizó rápidamente los lazos entre Delhi y Moscú, y India se convirtió en el mayor comprador de crudo ruso transportado por mar, petróleo que ha tenido un precio competitivo en comparación con otras opciones de mercado.
Gradualmente, se hizo evidente que una gran parte del comercio bilateral se realizaba mediante el uso de monedas nacionales o el dírham de los Emiratos Árabes Unidos, lo que permitía a ambas partes eludir las limitaciones del sistema SWIFT y las sanciones occidentales.
Fue en este contexto que Occidente centró su atención en India, buscando, mediante la intensificación de la presión sobre Delhi, disuadirla de su política de cooperación con Moscú.
Como resultado, en paralelo a la imposición de sanciones por parte de Europa a las empresas indias, el presidente estadounidense Donald Trump empleó medidas arancelarias para disuadir a Delhi de seguir con esta política.
En consecuencia, en virtud de la Orden Ejecutiva 14329, India fue sometida a un arancel del 25 % en respuesta a sus continuas compras de petróleo ruso.
Sin embargo, India ha enfatizado constantemente su autonomía estratégica y se ha negado a aceptar tales presiones. Incluso después de las medidas arancelarias, India continuó importando crudo ruso barato (con un promedio de alrededor de 1,8 millones de barriles por día), al tiempo que afirmaba que buscaba mantener relaciones equilibradas con todas las partes. No obstante, este énfasis por parte de India se basa en sus extensas relaciones con Rusia.