Iravani afirmó que Irán no se doblegará jamás ante la presión, pero reafirmó que el marco del antiguo acuerdo de 2015 sigue siendo la única base viable.
Según el embajador, la fórmula es inmutable: a cambio de garantías verificables sobre el carácter pacífico del programa nuclear iraní, Occidente debe reconocer el derecho de Teherán a enriquecer uranio, levantar todas las sanciones e integrar plenamente a Irán en la economía global. “Estos principios siguen siendo plenamente aplicables”, insistió.
Dirigiéndose específicamente a París y Londres, el diplomático iraní les instó a ser «sinceros» en su compromiso con la diplomacia y a presionar a Washington para que abandone su «fracasada política» de exigir el «enriquecimiento cero». De lo contrario, advirtió de manera contundente, «la diplomacia será destruida en la práctica».
En un tono final especialmente duro, Iravani acusó a las potencias occidentales de socavar el derecho internacional con una aplicación selectiva de la Carta de la ONU y de promover una peligrosa política de «paz a través de la fuerza».
Esta actitud, concluyó, no hace más que «debilitar el estado de derecho y reemplazarlo con la ley de la jungla», haciendo casi imposible cualquier avance negociador.