Por Sir Ronald Sanders (Embajador de Antigua y Barbuda en EE.UU y la OEA)
Por primera vez, los 14 estados miembros de CARICOM están unificados en su apoyo estratégico a un solo candidato: Albert Ramdin, ministro de Relaciones Exteriores de Surinam. Con esta alineación, CARICOM se ha posicionado como un bloque sólido en una elección cargada de implicaciones geopolíticas, debates sobre equidad de género y rivalidades regionales.
El Panorama Geopolítico
El respaldo colectivo a la candidatura de Ramdin por parte de CARICOM le otorga 14 de los 18 votos necesarios para la victoria. Ramdin ha anunciado que también cuenta con el apoyo comprometido de Chile, Honduras y Perú. Si estos compromisos se mantienen, estaría a solo un voto de asegurar el cargo.
Mientras tanto, Rubén Ramírez, ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, ha surgido como un contendiente. En una audaz maniobra dirigida a los estados miembros de la OEA, Ramírez mostró prominentemente una fotografía con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en la residencia de este último en Florida, Mar-a-Lago, el 25 de noviembre. También hizo referencias explícitas a conversaciones sobre el futuro de la OEA con Carlos Trujillo, exembajador de Estados Unidos. ante la OEA durante la primera presidencia de Trump. Aunque esta estrategia parece diseñada para implicar un respaldo tácito de EE. UU., no está claro si dicho apoyo se materializará o influirá significativamente en la contienda.
La elección refleja tensiones más amplias dentro de las Américas. La OEA ha mantenido durante mucho tiempo una regla no escrita de que el secretario general y el secretario general Adjunto no pueden provenir de la misma subregión. Con Ramdin aspirando al puesto principal, la capacidad de CARICOM para retener la posición de secretario general Adjunto—un rol ocupado por nacionales de CARICOM durante 40 de los últimos 45 años—es incierta.
El Factor de las Naciones Unidas
Más allá de la OEA, la elección tiene ramificaciones para la diplomacia global. Una candidatura exitosa de CARICOM para la Secretaría General de la OEA podría descalificar efectivamente a la región de presentar un candidato para el puesto de secretario general de las Naciones Unidas en 2026. Se cree ampliamente que es el turno del Grupo de América Latina y el Caribe (GRULAC) en la ONU para asumir el cargo de secretario general. Los estados latinoamericanos podrían aprovechar la victoria de Ramdin en la OEA para bloquear a los nominados de CARICOM para el puesto en la ONU, argumentando que la región no puede ocupar ambos roles.
Esta dinámica subraya la naturaleza de suma cero de la diplomacia global y regional, donde los avances en un ámbito pueden traducirse en pérdidas en otro.
Género y Política Regional
Las demandas de un secretario general femenino tanto en la OEA como en la ONU añaden otra capa de complejidad. Aunque ninguna mujer ha ingresado oficialmente en la contienda para ninguno de los cargos, la expectativa de equidad de género sigue siendo significativa. Se ha mencionado informalmente a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, como una posible candidata, aunque no ha expresado interés. Mientras tanto, algunas mujeres latinoamericanas buscan activamente el puesto de secretaria general de la ONU y podrían surgir en la carrera por la OEA, complicando aún más la dinámica.
Además, tras la investidura del presidente Trump el 20 de enero de 2025, es posible que Estados Unidos—históricamente influyente en las elecciones de la OEA—patrocine a un candidato latinoamericano alineado con sus intereses. De ser así, probablemente se ejercerá una considerable presión sobre los estados miembros de la OEA para apoyar al candidato preferido por EE. UU. En los círculos de la OEA, se considera esta posibilidad como una fuerte probabilidad y está siendo observada con gran interés.
¿Qué está en juego para CARICOM?
El apoyo colectivo de CARICOM a Ramdin marca un hito significativo en la diplomacia regional, demostrando una rara unidad cuando está en juego un puesto internacional de alto nivel, especialmente frente a la posible influencia o presión de potencias mayores.
Sin embargo, una derrota en la carrera por la Secretaría General podría poner en peligro la capacidad de CARICOM para asegurar cualquiera de los dos principales cargos de la OEA. Con su enfoque en la elección de marzo de 2025, CARICOM tendría poco tiempo para hacer campaña de manera efectiva para un candidato en la elección de secretario general Adjunto, programada solo dos meses después, en mayo, si la candidatura de Ramdin no prospera.
Sin ninguno de los cargos de secretario general o secretario general Adjunto, CARICOM perdería el prestigio y reconocimiento que otorgan las posiciones más altas. Sin embargo, la influencia del grupo en la OEA no necesariamente disminuirá, siempre y cuando sus delegaciones nacionales se involucren de manera firme y positiva en su labor.
Conclusión
El resultado de la elección para secretario general de la OEA moldeará profundamente el futuro rol y dirección de la Organización. Es de esperar que, al final, la elección sea guiada no por la nacionalidad o región del candidato, ni por el deseo de cualquier nación de dominar la OEA, sino por la visión del candidato para una organización fuerte y su misión de integrar y fortalecer a las Américas sobre la base de la equidad y los derechos.
CARICOM y su candidato, Albert Ramdin, deben abrazar y defender este principio, reconociendo que lo que está en juego va más allá de las ambiciones personales o regionales.
Independientemente del resultado, la postura unificada de CARICOM en esta elección señala una creciente madurez en su diplomacia regional, un enfoque que debe continuar guiando su participación en el escenario global.