Frente a esto, el periodista y conductor de La Mañana Víctor Hugo Morales tildó como “desvarío” esta afirmación y señaló, apenado, que el mandatario “es el protagonista de una comedia interminable”.
El editorial de Víctor Hugo Morales:
Es increíble. «Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre. De alguna manera va a decidir para no morirse. No necesito intervenir. Alguien lo va a resolver». Eso dijo Milei. Y se hace imposible agregar algo más.
Esas son las inconexas palabras, el desvarío de Milei. Lo dijo en Estados Unidos, donde uno tiene la sensación de que anda perdido para ver a algún CEO para ver si trae algo que justifique toda esta locura de los viajes.
Es el protagonista de una comedia interminable. Está huyendo hasta de los secuaces periodísticos que le sacan el jugo periodístico todos los días en Argentina.
Está escapándole a la responsabilidad de un país con hambre y a oscuras. Dejando todo en manos de la Karina Moisés, cuya tarea más importante fue congraciarse con la mafia de Clarín atacando a Echarri porque dijo que apela a sus ahorros para los gastos de fin de mes.
Con Pettovello comprando aceite y lentejas a través de una organización de Estados Iberoamericanos. Corrupción a la vista. Pero todo lo que uno ve en medio del horror económico es la desorientación de quienes no saben cómo seguir.
Un tango de zombis. Con Francos sin saber explicar lo que hará Sturzenegger en el Gobierno. Y el cara de piedra de Sturzenegger que se quiere meter como sea. Dicen que va a tomar un ministerio que no tiene nombre.
Es insólito. Eso explican. Pero sabemos que se va a ocupar de desguazar el Estado. Y no para de recibir pedidos de los amigos de siempre. Amigos que eligen sus ganancias futuras cuando se queden con el Estado al que van a robar.
Están como cuando se elige la parte del pollo que más les gusta. ¿A quién de Misiones o de Villa Martelli le importa Stanford? Pobre hombre, parado ahí, frente a un atril con el repertorio de que cada cual se arregle como pueda. Es patético el hombrecito. Da lástima.
Pero ocurre que nos apena más el pueblo desairado y ávido de comida. Eso es lo que angustia. La Argentina que eligió seis a cuatro a favor de la tragedia en la que miles están inmersos. Eso es lo que duele.
Y la pregunta es cuánto más odio van a aportar en los diarios de la mafia para sostener a este pálido personaje salido de las páginas amarillentas de la Viena del siglo XIX, de toda esa gente que ya no existe, de la muerte neoliberal en la que estamos atravesando.