Durante la ceremonia del 80º aniversario de la fundación de las Naciones Unidas, que se celebró este lunes en el Centro de Estudios Políticos e Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores, Baqaei destacó que la Organización de las Naciones Unidas no es simplemente la mayor y única institución universal para la interacción y cooperación, sino que tiene como objetivo proteger la paz, fortalecer la cooperación internacional, promover el respeto a los derechos humanos y la dignidad humana, y avanzar en el desarrollo y el bienestar de los pueblos.

Parte de las declaraciones del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores es la siguiente:

   El principio fundamental del derecho de los pueblos a la autodeterminación, como un principio básico del derecho internacional, implica la negación y prohibición de cualquier intervención extranjera en los asuntos internos de los países, especialmente el respeto a la soberanía nacional y la integridad territorial de los Estados.

   Lamentablemente, los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas han estado expuestos desde la fundación de la ONU a violaciones, interpretaciones arbitrarias y abusos recurrentes por parte de actores que, hasta hoy, no han logrado liberarse de la mentalidad y la ilusión de superioridad colonial.

   Así, ahora, apenas ocho décadas después de la fundación de una organización que encarnaba el ideal humano de paz, justicia y dignidad humana, nuestro mundo se enfrenta a la pesadilla de guerras interminables.

   El unilateralismo beligerante, que hoy guía la actuación de Estados Unidos y sus aliados en las relaciones internacionales, ha sumido al mundo en una inseguridad y un caos sin precedentes.

   En otras palabras, todos los principios y aspiraciones consagrados en la Carta de las Naciones Unidas son fácilmente ignorados. No sería una exageración afirmar que los principios y objetivos de la Carta de la ONU, así como el sistema institucional que de ella se deriva —fundado en el respeto al derecho internacional y en principios fundamentales como el derecho de los pueblos a la autodeterminación, el respeto a la soberanía nacional y la integridad territorial de los Estados, la prohibición del uso de la fuerza y la prohibición de la intervención en los asuntos internos de los países— nunca habían estado tan expuestos a presiones, distorsiones y violaciones por parte de aquellos mismos poderes que, especialmente en el marco del Consejo de Seguridad, están obligados a salvaguardar la paz y la seguridad internacionales.

   Debe decirse claramente que Estados Unidos y algunos de sus aliados son entre los mayores violadores de los principios y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas.

   Ahora no es momento de retroceder ni de ser pasivos. Creemos en la justicia; creemos en una Organización de las Naciones Unidas que sea un verdadero representante de los derechos de los pueblos.

   Durante los dos últimos años, al mismo tiempo que se ha estado cometiendo uno de los genocidios continuos más extensos de la historia en los territorios ocupados de Palestina, el régimen sionista ha atacado militarmente a varios países, ha llevado a cabo actos terroristas y ha ocupado el territorio de dos Estados soberanos. Todas estas flagrantes violaciones de los principios y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas han contado con el apoyo y la complicidad total de Estados Unidos y de algunos gobiernos europeos.

   Sin duda, las acciones provocadoras y las amenazas constantes de Estados Unidos contra Venezuela, Cuba, Colombia, Nicaragua, Brasil y otros países de la región del Caribe y América Latina son condenables y contrarias a la paz y la seguridad internacionales.

   La República Islámica de Irán siempre ha sido un firme partidario de la paz, la justicia, la dignidad humana y las relaciones amistosas entre las naciones; principios que se encuentran entre los valores y aspiraciones más fundamentales consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.