Por Fabíola Sinimbú
De acuerdo con el estudio, que analiza datos de 1985 a 2023, el país ya acumula un saldo negativo del 33% de las áreas naturales de su territorio, que incluyen la vegetación nativa de los cinco biomas, las aguas superficiales y las áreas naturales no vegetadas, como playas y dunas.
“La pérdida de vegetación nativa en los biomas brasileños tiende a tener un impacto negativo en la dinámica climática regional y reduce el efecto protector durante los fenómenos meteorológicos extremos”, explicó Tasso Azevedo, coordinador general de MapBiomas.
En los últimos 39 años, Brasil ha perdido 110 millones de hectáreas de estas zonas, lo que equivale al 13% del territorio del país; el otro 20% ya había sido modificado anteriormente.
En el período investigado, casi la mitad de los 5.570 municipios del país tuvieron un saldo negativo en la cobertura de áreas naturales en el período. Hubo una ganancia de vegetación nativa en 37%. El otro 18% permaneció estable.
Los datos de la Colección 9 fueron consolidados a partir del monitoreo de 29 mapas que analizan diferentes secciones del territorio, como biomas, municipios, tierras públicas y privadas. En la publicación hay nuevos mapas, como los de fitofisonomías -las características de la vegetación regionalizada.
A partir de este volumen de información, los investigadores llegaron a la conclusión de que el país sólo mantuvo el 64,5% de su vegetación nativa hasta 2023, además de las superficies de agua y las áreas naturales no vegetadas, como playas y dunas, que corresponden al 2,5% de su territorio.
De los 110 millones de hectáreas de vegetación nativa suprimidas, 55 millones de hectáreas se encontraban en la Amazonía y 38 millones de hectáreas en el Cerrado. La Caatinga perdió 8,6 millones de hectáreas, y 3,3 millones de hectáreas se perdieron en la Pampa.
En el Pantanal se produjo una importante pérdida de agua superficial: en 1985, representaba el 21% de los 15,1 millones de hectáreas del bioma; en 2023, el 4% del territorio del bioma. Las áreas de vegetación herbácea y arbustiva, por otro lado, aumentaron del 36% en 1985 al 50% del bioma en 2023.
Según el investigador Eduardo Vélez Martin, los datos disponibles en la plataforma Mapbiomas permiten comprender las dinámicas territoriales de mayor o menor aceleración del ritmo de pérdida a lo largo del tiempo.
“Vemos, por ejemplo, que el Cerrado y la Pampa tienen una pérdida proporcional muy alta, prácticamente alrededor del 27% y 28% de lo que tenían en 1985. Esto muestra una tendencia de cambio muy grande y acelerada en estos 39 años, en contraste con otros biomas, por ejemplo el Pantanal”, afirma.
Por primera vez se analizó la pérdida de cobertura vegetal en las florestas públicas no designadas, es decir, aquellas en las que el Gobierno Federal aún no ha definido el uso de la tierra, como las Unidades de Conservación, las Tierras Indígenas y las concesiones forestales, y que representan el 13% de la Amazonía Legal. Actualmente, esos bosques aún tienen el 92% de su área cubierta por vegetación nativa.
En el caso de las florestas públicas delimitadas, las Tierras Indígenas son las áreas más preservadas del país, donde la pérdida de vegetación nativa ha sido equivalente a menos del 1% en 39 años. Ellas corresponden al 13% de todo el territorio nacional.
Las áreas naturales sufrieron el mayor impacto en propiedades privadas, donde la pérdida fue del 28% en 39 años. Del total de 281 millones de hectáreas convertidas por la acción humana hasta 2023, el 60% están en propiedades privadas. Hubo una expansión del 228% en las áreas que fueron convertidas a la agricultura y del 76% en las que se convirtieron en pastizales después de 1985.