Mientras crece la amenaza por conflictos como los de Medio Oriente, Myanmar o Sudán, la polarización y el cambio climático, las palabras iniciales de ese tratado destacan la necesidad de permanecer unidos y resueltos para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”.
La Carta, firmada el 26 de junio de 1945 en San Francisco luego de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, entró en vigor el 24 de octubre siguiente.
Con un singular carácter internacional, el documento confiere a la ONU la potestad de adoptar decisiones sobre una amplia variedad de problemas heredados y agravados tras la devastadora Segunda Guerra Mundial
El documento, uno de lo más traducidos a nivel global, es un instrumento de derecho internacional y posee carácter vinculante para los 193 países miembros de la ONU.
Entre los principios recogidos, la Carta abarca desde pautas para las relaciones internacionales hasta la igualdad soberana de los estados o la prohibición del uso de la fuerza entre las naciones.
El mayor foro político del planeta nació en paralelo a la era nuclear, tras los horrores de un conflicto mundial y las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Esos hechos pusieron de relieve la necesidad de abordar el problema nuclear, considerado la prioridad de la ONU en materia de desarme.
En su primera resolución, la Asamblea General estableció la Comisión de Energía Atómica con el objetivo de tratar los desafíos derivados de su descubrimiento en uno de los tantos ejemplos de hermandad y concertación.
Casi ocho décadas después, la jornada internacional reclama atención y respeto para el más importante foro de concertación política, legitimidad, y poder de convocatoria.
De acuerdo con el organismo, ninguna otra organización mundial da esperanza a tanta gente para un mundo mejor y puede ofrecer un futuro para la mayoría.
Frente a los retos del presente, la ONU llama a la hermandad de todos los países para cumplir con la promesa de mantener a las naciones unidas.