lunes 18 de noviembre de 2024
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¿Denuncias que no se quieren escuchar o masacres que no se quieren ver?

La Habana (Granma): El objetivo de Israel siempre fue eliminar al pueblo palestino, apoyado por la impunidad que le provee el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Por Pedro Ríoseco López-Trigo

Las intenciones de Israel, con la protección de la Casa Blanca, fueron alertadas por Fidel Castro y Yasser Arafat.

“La cuestión de Palestina es la médula del problema del Oriente Medio. Ambos forman un todo integral, que no puede solucionarse separadamente”. Así lo alertó, hace ya casi 45 años, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, en el XXXIV Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York.

Reiteró que, para el Movimiento de Países No Alineados (Mnoal), compuesto por la mayoría de las naciones del mundo, la determinación de Israel de continuar su política de agresión y expansionismo colonial “constituye una seria amenaza a la paz y a la seguridad mundiales”.

Fidel Castro agregó en esa reunión que “la base de la paz justa en la región comienza por la retirada total e incondicional de Israel de todos los territorios árabes ocupados”, lo que contó con el apoyo de la mayoría de las delegaciones presentes.

Tal acción supondría, según el Comandante en Jefe, la devolución de los territorios palestinos ocupados, y “la recuperación de sus derechos nacionales inalienables, incluido el derecho del retorno a su patria, a la libre determinación y al establecimiento de un Estado independiente, de conformidad con la Resolución 3236 de la Asamblea General”.

“Ello implica la ilegalidad y nulidad de las medidas adoptadas por Israel en los territorios palestinos y árabes ocupados, así como del establecimiento de colonias o asentamientos en tierras palestinas y en los demás territorios árabes, cuyo desmantelamiento inmediato es un requisito para la solución del problema”, añadió.

El primer presidente del Estado de Palestina, Yasser Arafat, se cuestionó, en una entrevista concedida a quien suscribe, sobre los continuos ataques de Israel a zonas libanesas y palestinas: “¿Quiénes son realmente los terroristas? ¿Es que acaso son la Unión Soviética, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y Cuba, o es Israel y, detrás de ellos, Estados Unidos?”.

Masacre continua

Al mirar nuevamente la historia, el 7 de junio de 1981 un escuadrón de la Fuerza Aérea de Israel bombardeó y destruyó, en Irak, la planta en la que se estaba montando un reactor nuclear en Tamuz, cerca de Bagdad.

Al año siguiente, la falange libanesa de extrema derecha en Beirut, dirigida por el Ejército israelí, asesinó al menos a 1,300 civiles en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en la capital del Líbano, los cuales en su mayoría eran mujeres y niños.

La masacre, perpetrada los días 16, 17 y 18 de septiembre, mereció la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, a través de su Resolución 37/123, pero nadie fue enjuiciado.

Estos hechos de prolongada agresión de Israel, Yasser Arafat los calificó como “una guerra de aniquilamiento, para la Revolución Palestina, la OLP y para los pueblos palestino y libanés, por francas órdenes norteamericanas”.

A su vez, subrayó que “en esta guerra se utilizaron las armas norteamericanas más modernas, incluso armas prohibidas internacionalmente, que descargaron su infierno contra civiles”, y precisó que “no es la fuerza israelí solamente, son los armamentos norteamericanos utilizados, son las órdenes norteamericanas ejecutadas por Israel”.

“Nuestra nación árabe está afrontando el desafío de ser o no ser”, argumentó Arafat. “Hay algo muy peligroso, nuestros niños están amenazados, nuestro futuro también”, y “amenazar la seguridad en Oriente Medio es amenazar la seguridad en el mundo”, resaltó.

El expresidente del Estado de Palestina precisó que los palestinos y libaneses, “tanto dentro de los territorios ocupados como fuera de ellos, viven en circunstancias muy duras y enfrentan una opresión permanente de los ocupantes israelíes y un sistemático terrorismo de Estado”.

Personas que constituyen “peligros”

Arafat explicó ese interés obsesivo porque “la Revolución Palestina es un factor estratégico de cambio en Oriente Medio, por eso la concentración imperialista, colonialista y sionista sobre esta zona es muy grande. La voluntad de los pueblos no puede ser vencida, y nuestros enemigos van contra la corriente de la historia. El tiempo siempre es el aliado de los pueblos”, enfatizó.

El fallecimiento de Yasser Arafat a sus 75 años, el 11 de noviembre de 2004, para muchos en el mundo constituyó un asesinato ordenado por los servicios de inteligencia de Israel y de Estados Unidos, pues fue a causa de una enfermedad derivada del envenenamiento por polonio (Po210), un raro metaloide altamente radiactivo, solo aislado en países desarrollados.

A 18 años de su partida se realizó una autopsia, solicitada por su esposa, a manos de equipos internacionales de científicos de Suiza, Francia, Palestina y Rusia. Tanto el equipo ruso como el palestino determinaron que Arafat “no murió de enfermedad ni vejez, sino a causa de un material venenoso”, mientras que la investigación, según la justicia francesa, excluyó que muriera envenenado.

Sin embargo, el científico forense británico David Barclay, quien estudió el reporte, aseguró: “No tengo ninguna duda de que una dosis letal de Po210 había sido administrada o ingerida por Arafat en 2004, lo que provocó su muerte. Una prueba concluyente es que el polonio encontrado en el cuerpo exhumado de Arafat fuera 18 veces superior al normal”, recalcó.

La realidad incuestionable es que la existencia de Arafat significaba un desafío para Israel, pues era identificado a nivel mundial como el líder indiscutible del pueblo palestino, sobreviviente de disímiles atentados, exponente de un laicismo que imposibilitaba presentarlo como un islámico extremista, y la vigencia de su pensamiento y sus denuncias han sido corroboradas por la historia.

La intención de Israel bajo la protección de la Casa Blanca está clara y vigente, no solo por los argumentos de grandes líderes de la historia, como Fidel Castro y Yasser Arafat, sino por las más de 30 000 muertes de civiles en la Franja de Gaza que así lo confirman, al igual que el bloqueo de alimentos que a diario cobra víctimas por desnutrición, elementos que aún siguen con juicio pendiente.

La pregunta que hizo entonces Arafat sigue efectiva: ¿quiénes son los terroristas y qué espera el mundo para detenerlos y condenarlos?

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