Según el ofrecimiento del presidente Daniel Noboa, desde el 20 de diciembre de 2024, los apagones son cosa del pasado, se termina un largo periodo de racionamientos de hasta 14 horas diarias.
Fueron tres meses de incertidumbre. Los negocios se vieron obligados a reinventarse; las familias buscaron nuevas formas de garantizar la seguridad de sus hogares, sin alarmas ni cercas eléctricas; los estudiantes dejaron de hacer tareas en casa; los trabajadores abarrotaron los centros comerciales. En resumen, la cotidianidad de los ecuatorianos cambió radicalmente.
A la par, las autoridades cometieron varios deslices en el manejo de la crisis, desde declaraciones desacertadas, hasta cambios en los ministerios, así como enredos en los contratos de generación eléctrica adicional.
Cronología de los tres meses de apagones
En agosto de 2024 las voces de expertos comenzaban a alertar que en el corto o mediano plazo el Gobierno tendría que disponer racionamientos de energía eléctrica, porque el estiaje comenzaba a intensificarse.
El sábado 7 de septiembre hubo un apagón masivo que afectó a todo el país. El Operador Nacional de Electricidad (Cenace) explicó que ocurrió una falla técnica en la subestación Molino, dentro del Complejo Hidroeléctrico Paute.
Sin embargo, el Gobierno se negaba a aceptar la inminencia de los racionamientos en público. En una entrevista con Teleamazonas, del 9 de septiembre de 2024, el entonces ministro de Gobierno, Arturo Félix Wong, dijo que con base en la información hídrica que tienen, no habría apagones.
Ese mismo día, el Presidente informó un descuento en las planillas de luz para quienes consuman hasta 180 kilovatios por hora, de diciembre a febrero, aunque en octubre se emitió un decreto para que la medida rija desde noviembre. El anuncio levantó las sospechas de que era una medida preventiva por la posibilidad de que más adelante se dispongan los cortes de luz.
Seis días más tarde, el Gobierno anunció la suspensión del servicio desde las 22:00 del hasta las 06:00 a escala nacional para el mantenimiento en el sistema de transmisión y distribución.
Sin embargo, el ministro de Energía de ese momento, Antonio Goncalves, dijo que la suspensión del servicio era por menos horas y solo en ciertos sectores. Además, informó que desde el 23 de septiembre comenzarían los horarios de cortes de luz.
A partir de entonces, la incertidumbre reinó en medio de la crisis. El mismo 23 de septiembre hubo un cambio de horarios que se anunció a última hora y que no se cumplió, provocando una ola de críticas en redes sociales.
En octubre, Goncalves ofreció una reducción del tiempo de cortes, pero al cabo de dos días volvió a aumentarlo. Esa semana fue retirado del cargo.
Ya con Irene Manzano como ministra encargada, el Presidente apareció para informar que los cortes irían disminuyendo cada semana. Sin embargo, tres días más tarde, el 24 de octubre, Manzano explicó que no hay condiciones hídricas favorables y se decidió aumentar los cortes a 14 horas.
Por eso, ahora, cuando el Presidente dice que se terminan los apagones, es inevitable que surja la duda de si será una medida permanente.
En entrevista con el medio de comunicación internacional DNews, el ministro de Economía, Juan Carlos Vega, dijo que los cortes de luz generaron pérdidas económicas que representan hasta el 1,5 % del Producto Interno Bruto (PIB), lo que equivale a unos mil 700 millones de dólares.
Por otro lado, el impacto en el empleo todavía no es visible en las cifras que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC). De acuerdo con el último reporte, de octubre, la diferencia respecto al año anterior no es estadísticamente significativa.