Denunció la guerra, la «innoble» situación en Gaza, el terrorismo en Alemania y Estados Unidos, el antisemitismo, la persecución religiosa, el «inaceptable» derecho al aborto y las trampas de las nuevas tecnologías. Asimismo, pidió la paz para Ucrania y Oriente Medio y una «diplomacia de la esperanza»
El espectro de una «guerra mundial», recompuesta en sus «pedazos» y que se ha convertido en una «amenaza cada vez más concreta», planea a lo largo del discurso que el Papa dirige a los ciento ochenta y cuatro embajadores acreditados ante la Santa Sede, a quienes recibió en el Aula de las Bendiciones para el tradicional encuentro de saludos de principios de año. Un largo discurso que, debido a las consecuencias de un resfriado, pidió que leyera monseñor Filippo Ciampanelli, subsecretario del Dicasterio para las Iglesias Orientales.
En su discurso, Francisco expuso la visión de la Santa Sede sobre las cuestiones internacionales: desde los dramas de Ucrania y Gaza, con bombardeos contra civiles, ataques a hospitales e infraestructuras, niños que mueren de frío, hasta las crisis en el cuerno de África, Nicaragua, Venezuela, Myanmar y Haití; desde la situación en Siria y el Líbano, la persecución religiosa, el antisemitismo, los «signos positivos» como la reanudación de las negociaciones para el acuerdo nuclear con Irán «con el objetivo de garantizar un mundo más seguro para todos», hasta los peligros de la era actual entre la inteligencia artificial, la cancel culture, la violación de la privacidad y las fake news.
Los que generan «un clima de sospecha que fomenta el odio», «compromete la convivencia civil y la estabilidad de naciones enteras», cuyos «trágicos ejemplos» – fue el propio Pontífice quien los puso – fueron los atentados contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, y contra el presidente electo de EEUU, Donald Trump.
Con los embajadores ante la Santa Sede, el Papa – expresando sus «condolencias» por las víctimas del terremoto de hace dos días en el Tíbet – invocó una diplomacia que recupere, especialmente en este año del Jubileo, aquellos elementos que en medio de divisiones y fracturas parecen faltar: «Esperanza», «verdad», «libertad», «justicia» y «perdón».
Y también el diálogo, primera «vocación» de la diplomacia: «Favorecer el diálogo con todos, incluidos los interlocutores considerados más “incómodos” o que no se considerarían legítimos para negociar», exhortó Francisco, recordando – como lo afirmó a la hora del Ángelus del domingo pasado – el respeto de los derechos humanos en el contexto de los conflictos.
“No podemos aceptar de ningún modo que se bombardeen poblaciones civiles o se ataquen infraestructuras vitales para la subsistencia. No podemos aceptar el ver morir de frío a los niños porque se han destruido los hospitales y ha sido dañada la red energética de un país”
En el deseo del Papa que este año jubilar sea «un momento propicio para que la comunidad internacional trabaje activamente para garantizar que los derechos humanos inviolables no se sacrifiquen ante las exigencias militares».