El palestino, detenido en diciembre de 2023 en una escuela del campamento de Jabalia y trasladado a la base militar de Sde Teiman, afirmó que los abusos físicos eran constantes y mortales. «Golpeaban a muchos prisioneros hasta cerca de la muerte», declaró al-Basyuni. «Cuando gritábamos pidiendo ayuda, los guardias respondían: ‘ “Déjenlo morir'». Añadió que, en cuestión minutos, los fallecidos eran envueltos en una bolsa y retirados de la celda.
Los métodos de tortura descritos incluyen palizas regulares con porras y puños, así como rituales de abuso específicos. Al-Basyunu detalló que los guardias utilizaban perros adiestrados y agua hirviendo para someter y lesionar a los detenidos. «Nos golpeaban hasta rompernos las costillas. Arrojaban agua hirviendo sobre la espalda y la cara de los jóvenes, hasta que se les desprendía la piel», testificó.
La humillación y el abuso psicológico y religioso eran también una táctica común, según su testimonio. Los prisioneros eran forzados a permanecer de rodillas durante horas, privados de ropa y mantas, y sometidos a insultos verbales. «Insultaban al Profeta, rompían ejemplares del Corán y proferían obscenidades contra nuestras madres y hermanas», relató. Además, les decían que sus familias habían muerto y que Gaza ya no existía, afirmando: «Hemos matado a sus hijos».
Incluso los profesionales médicos detenidos no estaban a salvo. Al-Basyuni aseguró que muchos médicos murieron a causa de las golpizas y la denegación de tratamiento. Para ejemplificar esta crueldad, narró la muerte de un reconocido cirujano de Gaza: «Uno de los guardias lo golpeó directamente en el pecho, sobre el corazón. Murió cinco minutos después». Su testimonio pinta un cuadro de una violencia institucionalizada entre las fuerzas israelíes y absoluta impunidad para el gobierno sionista.