Por Rogelio Mata Grau
Al justificar su intervención en la separación de Panamá de Colombia y la posterior construcción del Canal, Roosevelt dijo: “I took the Isthmus, started the canal, and then left Congress not to debate the canal, but to debate me”.
Esta es la traducción de ese discurso: (“Yo tomé el istmo, inicié el canal y luego dejé que el Congreso no debatiera sobre el canal, sino sobre mí”).
Esa frase refleja el orgullo y la arrogancia con que Roosevelt evocaba la acción unilateral de Estados Unidos para garantizar el control del paso interoceánico, sin respeto por la soberanía colombiana ni por la autodeterminación panameña. Esa acción también debe entenderse dentro del marco de la llamada política del «patio trasero», que definía a América Latina como una zona de influencia exclusiva de Estados Unidos.
Roosevelt, con su Corolario a la Doctrina Monroe (1904), estableció que EEUU tenía el “derecho de intervenir” en los asuntos internos de los países latinoamericanos para preservar el orden y proteger sus intereses. En ese contexto, Panamá fue tratado no como un socio soberano, sino como un territorio estratégico subordinado a los designios del imperio.
2. Una frase que encarna la doctrina imperial: ”I took Panama” no es sólo una expresión de poder; es una afirmación de propiedad y dominación unilateral.
Representa:
· El desprecio por la autodeterminación de los pueblos.
· El uso de la diplomacia respaldada por la fuerza para proteger intereses estratégicos.
· El relato cínico de una historia oficial estadounidense donde América Latina no es sujeto, sino objeto de decisiones ajenas.
3. Impacto en la memoria panameña; En Panamá, esta frase es recordada como una muestra cruda del neocolonialismo norteamericano. Desde 1903 hasta finales del siglo XX, el país vivió bajo una forma de protectorado informal, donde la Zona del Canal fue un enclave colonial en manos de EEUU con leyes, policía, moneda y ciudadanía norteamericana, en medio del territorio panameño. La frase “I took Panama” se ha convertido en un símbolo del despojo, una herida abierta que alimentó generaciones de luchas:
· El movimiento estudiantil y popular del 9 de enero de 1964 (Día de los Mártires), cuando jóvenes panameños intentaron izar su bandera en la Zona del Canal.
· Las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter de 1977.
· La invasión de 1989, vista como una reiteración del poder imperial para redibujar el tablero panameño según los intereses de Washington.
4. Eco en la conciencia latinoamericana; A nivel regional, la frase resuena como síntesis del destino común que compartieron muchas naciones latinoamericanas frente al intervencionismo norteamericano: · En México, Nicaragua, Cuba, Haití, República Dominicana, Colombia, Chile y otros países, Estados Unidos intervino directa o indirectamente para proteger sus intereses económicos o frenar movimientos nacionalistas. · “I took Panama” se convierte en una expresión condensada de la Doctrina Monroe y del Destino Manifiesto, principios bajo los cuales América Latina debía estar bajo la “tutela” de EEUU.
5. Vigencia del legado imperial; El legado de esta frase no es solo histórico. En la actualidad, sigue siendo relevante porque:
· Panamá sigue siendo un nodo geoestratégico de interés para Washington.
· Existen nuevas formas de dependencia: tecnológica, económica y legal.
· La frase revive en cada intento de controlar rutas, gobiernos o decisiones soberanas.
6. Reivindicación de la memoria crítica; Frente al peso simbólico de “I took Panama”, la resistencia panameña ha generado una memoria contrahegemónica que afirma: “Panamá no fue tomada; fue arrebatada, pero lucha cada día por recuperarse.” El proceso de recuperación del Canal en 1999 es testimonio de esa lucha, al igual que las demandas actuales por soberanía plena y justicia histórica.
7. Conclusión: de la frase a la conciencia; “I took Panama” no es una anécdota más: es una herida histórica, una advertencia y un llamado. Es la voz del imperio hablando con descaro, pero también la chispa que ha encendido luchas por la dignidad en Panamá y América Latina.
Su legado no debe ser olvidado, sino estudiado, debatido y enfrentado, como parte de una pedagogía crítica de la historia, que permita desmontar los discursos de dominación y construir, desde la memoria, un futuro soberano que permita desmontar los discursos de dominación y construir, desde la memoria, un futuro soberano.