Por Estrella Galán, Eurodiputada de Sumar
De lo que ocurra durante esta legislatura dependerá, en gran medida, la dirección y la propia subsistencia de la Unión como proyecto político, pues su viabilidad se encuentra amenazada por quienes llevan años poniendo en tela de juicio los valores fundacionales de esta.
En estas líneas trato de analizar cuál parece ser el camino que seguirá la labor política comunitaria en este lustro y cuál es nuestra propuesta de hoja de ruta alternativa a las políticas del bipartidismo que permita construir una Unión Europea de futuro, esperanza, justa y solidaria.
Tras las votaciones para elegir la presidencia y las vicepresidencias del Parlamento, el 18 de julio la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pronunció el discurso previo a su reelección al frente del órgano ejecutivo de la UE.
A través de sus palabras, puso sobre la mesa cuál será la agenda de la Comisión para los próximos cinco años. Aunque en ocasiones las hojas de ruta políticas quedan definidas en mayor medida por los temas que se evitan que por aquellos que son privilegiados, es necesario reconocer que en esta ocasión, la agenda planteada por Von der Leyen recorre los principales retos que afronta la Unión, aunque desde una perspectiva que no compartimos y que consideramos errónea para abordar dichos retos.
Así, podríamos resumir el plan de trabajo presentado por la presidenta de la Comisión en cuatro grandes puntos: la agenda verde; la política de defensa y el papel de la UE en el mundo; la política migratoria, y el problema de la vivienda.
Política climática
Respecto a política climática, esta legislatura debería tener como prioridad consolidar los objetivos de descarbonización establecidos en los últimos años y avanzar de forma ambiciosa en la agenda de la transición ecológica justa; pero, como ya es habitual, la distancia entre lo prometido y la realidad es más que significativa en este aspecto.
El pragmatismo que plantea Von der Leyen aparcará la lucha contra el cambio climático si crece la presión de los sectores económicos que deben ser, necesariamente, objeto de transformación.
Aunque en su discurso frente al Parlamento la presidenta de la Comisión prometió el mantenimiento de las políticas climáticas establecidas durante la última legislatura, haciendo especial énfasis en los objetivos fijados en el Pacto Verde, Von der Leyen utilizó la expresión “ceñirse a los objetivos de forma pragmática”, evidenciando lo que ya fue una realidad durante la parte final de la pasada legislatura: su Comisión estará dispuesta a aparcar la lucha contra el cambio climático si crece la presión de los sectores económicos que deben ser, necesariamente, objeto de transformación.
No debemos, sin embargo, conformarnos con que no se aparquen los actuales objetivos del Pacto Verde y el trabajo de la Unión en materia climática quede guiado por estos. Si, como dijo la propia Von der Leyen, la crisis climática se está acelerando, resulta prioritario actualizar dichos objetivos y ser ambiciosos, aumentando del 55% al 65% la reducción de emisiones prevista para 2030, estableciendo así las bases para adelantar de 2050 a 2040 la descarbonización total de nuestra economía si realmente queremos demostrar un compromiso con el planeta.
La política de Defensa y la UE en el mundo
Con la guerra en la frontera misma de la Unión y la sensación de que la voz de Europa cada vez juega un papel menos relevante en la política global, la presidenta de la Comisión reclamó que la UE tomara la iniciativa en ambos ámbitos. Para ello anunció la creación de un Comisario de Defensa como una de las medidas estrella para encabezar dicho esfuerzo.
Von der Leyen quiso hacer hincapié en el “bajo e ineficiente gasto en defensa” de los Estados miembros, llamando a la construcción de una UE de la Defensa, pero sin olvidar que “la OTAN sigue siendo el pilar de nuestra defensa colectiva”.
Debe quedar claro que ni el aumento del gasto militar ni la escalada belicista pueden ser un camino legítimo que recorrer. La guerra es terreno fértil para el surgimiento de los reaccionarios, quienes la anhelan, la fomentan y la gestan.
En ese sentido, la llamada de la presidenta de la Comisión a lograr una paz justa y duradera para Ucrania no casa con la apuesta por la deriva de fondos públicos hacia la industria militar. Desde el Movimiento Sumar siempre hemos manifestado que Ucrania tiene derecho a defenderse y a ser ayudada en su esfuerzo por resistir la agresión imperialista rusa, pero, al mismo tiempo, también hemos subrayado la necesidad de que cualquier medida debe estar necesariamente sujeta a la consecución de un objetivo político: la paz. Creemos que la apuesta por un nuevo esfuerzo diplomático es la única manera de acabar con el enquistamiento del conflicto y eso depende, entre otras cuestiones, de que la Unión Europea pueda independizar su seguridad de las directrices de Estados Unidos y la OTAN.
Sin embargo, en su apuesta porque Europa asuma “un papel activo en la escena internacional”, Von der Leyen evitó condenar el genocidio israelí contra la población palestina y se limitó a defender la necesidad de un alto el fuego y a reclamar la solución de dos Estados. Pese a suponer un cambio respecto a su posición mantenida el pasado octubre, cuando viajó a Tel Aviv a legitimar la brutalidad de las operaciones militares de Israel, no condenar el brutal genocidio que se está acometiendo en Gaza, con cerca de 40.000 civiles asesinados, es inaceptable.
La Unión Europea no logrará una posición de liderazgo político y moral en el panorama internacional si no es capaz de reconocer lo que es, desde hace demasiado tiempo, una realidad innegable: Israel está llevando a cabo una política de exterminio del pueblo palestino y sólo la aplicación de sanciones y su aislamiento en la comunidad internacional, además de la condena a Netantayahu por crímenes de guerra, pueden poner fin al genocidio.
Política migratoria
El inicio de la legislatura ha llegado cargado de anuncios políticos desde Bruselas. En este sentido, como señalaba anteriormente, Von der Leyen ha utilizado la ampliación del Colegio de Comisarios como una de sus medidas estrella principales para tratar de generar la sensación de que va a ser una Comisión preparada para los retos que enfrenta Europa.
El anuncio de la creación de un Comisario para el Mediterráneo forma parte, sin lugar a dudas, de ese esfuerzo únicamente comunicativo. Lo que en principio podría parecer una buena noticia, si dicho Comisario obtuviera un mandato de defensa de los Derechos Humanos, quedará en papel mojado cuando quede claro que su objetivo principal es el de continuar reforzando y legitimando la Europa fortaleza, en el marco de un Pacto Europeo de Migración y Asilo, aprobado a finales de la anterior legislatura, que representa una seria amenaza con efectos devastadores para las personas.
La Unión Europea no puede encerrarse en sí misma, mirar a otro lado, mientras las rutas migratorias hacia nuestro continente se tornan cada día más peligrosas y mortales. Es prioritario ampliar las vías de llegada legales y seguras. La política migratoria actual de la UE es errática, cortoplacista y está abocada al fracaso.
Las estrategias antiinmigración empujan a quienes se ven obligados a huir a poner su vida en riesgo en rutas cada vez más mortales y peligrosas contando, como única alternativa, con las opciones ofrecidas por los traficantes de personas que, junto a las grandes industrias de seguridad y control que se lucran de contratos millonarios, son los grandes beneficiados de este drama.
La existencia de un Comisario para el Mediterráneo debería estar centrada en la protección de esas personas, en la puesta en práctica de los principios fundacionales de la Unión basados en la solidaridad, y no en externalizar el control fronterizo a terceros países que no respetan los derechos humanos, bajo la apariencia de acuerdos de cooperación; tampoco en la designación de dichos países como lugares seguros como excusa para justificar la política de retornos, que vulnera el principio de no devolución en la Convención de Ginebra y que sitúa a las personas migrantes y refugiadas en escenarios de grave peligro para su integridad.
Políticas de vivienda
En el marco de las políticas de vivienda, habitualmente olvidadas a nivel comunitario, el reconocimiento de Von der Leyen de que vivimos una gran crisis de acceso a la vivienda debe suponer un importante paso adelante en el camino hacia la consecución de esta como un derecho universal. Esperamos que el nombramiento de un Comisario de Vivienda sea algo más que un anuncio y que la promesa de un plan europeo de vivienda asequible se materialice en esta legislatura.
La vivienda pública y público-privada debe quedar considerada como servicio público en el marco legal de la Unión Europea, además de combatir la especulación con un impuesto de alcance europeo.
Las declaraciones de buenas intenciones deben ser dotadas de contenido y tenemos muy claro cuál debe ser. Los alquileres deben ser regulados y el parque de vivienda pública tiene que crecer y ser una apuesta real y efectiva. La vivienda pública y público-privada debe quedar considerada como servicio público en el marco legal de la Unión Europea, asegurando, además, que no se pueda producir ni su venta ni su privatización.
La especulación debe ser combatida, entre otras formas, mediante la creación de un impuesto de alcance europeo contra la misma, a la par que requiere una regulación de las viviendas turísticas en las ciudades que, junto al turismo de masas, tienen un gran impacto social y expulsa a los habitantes.
La vivienda no puede seguir siendo exclusivamente un negocio especulativo y el privilegio de unos pocos, sino un derecho garantizado para todas y todos.
La hoja de ruta de Sumar
Pero más allá de la agenda que apuntó Von der Layen en su discurso, son múltiples los retos que tenemos por delante estos cinco próximos años. Nuestra apuesta es firme, y durante esta legislatura nuestra hoja de ruta se centra en trabajar en las siguientes propuestas:
—Una Europa social y justa, con una agenda laborista europea que ponga en marcha un estatuto de los trabajadores que incluya un salario mínimo interprofesional europeo, una directiva sobre tiempo de trabajo que apueste por la reducción de la jornada laboral y un seguro de desempleo a nivel europeo.
—Frente a la austeridad, es necesario trabajar por una reforma de la gobernanza económica, con una fiscalidad justa y equitativa que defienda la redistribución de la riqueza, apostando por la creación de un Fondo Europeo permanente, para afrontar situaciones de crisis como han sido los fondos Next Generation.
—Una Europa por la paz y los derechos humanos en el centro de su acción exterior, con una apuesta clara por Palestina, Ucrania y el Sáhara Occidental. En materia migratoria urge renegociar el despliegue del Pacto de Migraciones, que proteja a las personas, con un enfoque garantista, solidario y con pleno respeto de los derechos humanos.
—Una Europa verde para seguir luchando contra el cambio climático y sus consecuencias devastadoras. Para ello hay que llevar a cabo una transición ecosocial a través de una política industrial sostenible, que persiga la reducción de emisiones y con una apuesta firme por las energías renovables, todo ello considerando que este proceso transformador sería una gran oportunidad para generar empleo de calidad.
—Una Europa feminista y diversa, que vele por los derechos de las mujeres, el derecho al aborto a nivel europeo y protección al colectivo LGBTQ+.
En un momento clave para Europa no nos podemos permitir ni dudar ni fallar, nos jugamos todo. No será fácil teniendo en cuenta la correlación de fuerzas del Parlamento pero queremos jugar en Europa el mismo papel que jugamos en el gobierno de coalición en España, ensanchando en derechos y empujando en la dirección de las políticas progresistas de la Unión Europea.