En su necesidad de derrotar a su «enemigo jurado», que es Rusia, la OTAN no se da cuenta que el conflicto en Ucrania la hace enfrentarse a una «situación calamitosa» que podría conducir a «una guerra europea más amplia», señala el experto en temas de defensa y seguridad global.
Sin embargo, dice, la realidad es que el bloque militar occidental no cuenta con capacidades suficientes para encarar un conflicto de gran envergadura.
«A pesar de los esfuerzos realizados para reforzar su presencia en Polonia, Rumanía y Estonia, la Alianza se enfrenta a importantes problemas: una escasez crítica de armamento; unas fuerzas armadas no probadas y con escasa dotación; y una presencia estadounidense que sigue siendo mayoritariamente expedicionaria», apunta en un artículo publicado en el sitio Weapons and Strategy.
«Rusia ha aprendido mucho sobre cómo hacer frente a las armas de la OTAN utilizando sus defensas antiaéreas y sus capacidades de interferencia electrónica. Los arsenales [de armas] de Estados Unidos están notablemente vacíos como consecuencia del conflicto, y no hay razón para pensar que, aparte del poder aéreo, la OTAN pueda hacerlo mejor en Ucrania que los ucranianos», añade.
Aunque reconoce que en la actualidad la OTAN es «una enorme alianza multinacional de 32 países» que tiene «una fuerza militar potencial de 3,5 millones de personas», el exfuncionario del Pentágono afirma que la naturaleza misma del bloque denota varias contradicciones y problemáticas.
«Aunque parezca una cifra enorme, por diversas razones el poder y la capacidad de la OTAN dependen de Estados Unidos (…) Inicialmente una alianza defensiva anticomunista dirigida por Estados Unidos, la OTAN se ha transformado en un bloque de poder dirigido por Estados Unidos que se está expandiendo agresivamente. La alianza ya no se coordina con las Naciones Unidas, al menos de forma coherente, a pesar de las declaraciones contenidas en el Tratado de la OTAN», asegura Bryen.
La crítica realizada por este analista se publica en momentos en que la Alianza atlántica vive un cambio de mando, pues el pasado 1 de octubre asumió como nuevo secretario general Mark Rutte, quien en su momento fue primer ministro de los Países Bajos.
Según Rutte, «la primera prioridad es mantener a la OTAN como una organización fuerte y garantizar una protección eficaz ante todos los retos». Para lograrlo, continuó, la Alianza necesita más fuerzas, mejores capacidades y ritmos más rápidos de innovaciones, lo que «exigirá más inversión».