Por Alberto Velásquez
La distorsión social en Bocas del Toro es un evento más en la serie interminable de manifestaciones contra la imposición de una ley sobre la Ley 462 sobre la seguridad social, que afecta a todos.
La realidad revela pretensiones arbitrarias, como el plan de reapertura de la mina de cobre en el distrito de Donoso. Todo ello se proyecta cono una muestra inequívoca de la conducta de un hombre dominado por la soberbia y la lealtad al capital financiero.
En las instancias palaciegas sobresale la actitud prepotente, de oídos sordos a una notable y mayoritaria población en contra de la ley 462 . Esa legislación es el fruto de la discordia y el origen de lo ocurrido durante las últimas semanas en Panamá, donde han estallado numerosas protestas y movilizaciones en las calles
Una acción trae consigo una respuesta. La pertinaz negativa del oficialismo de sentarse con los manifestantes para formalizar un diálogo y revisar la 462, es el comportamiento de un sujeto con un orgullo desmedido, altivo, arrogante, que desconoce cuál es su papel como presidente de un país. Con soberbia ha manifestado que vetará cualquier alteración a esa ley, rechazada por la mayoría de la contestataria población panameña.
El desprecio por la opinión y las exigencias del pueblo lo califica cono un inepto para dirigir los destinos de la nación, a sabiendas de que el puesto llegó a sus manos prohijado por un delincuente reclamado por la justicia ordinaria.
En estos momentos, no se sabe cuál será el destino de Francisco Smith. Como todos los originarios que laboran en las fincas bananeras, forma parte de los trabajadores panameños discriminados, siendo la mayoría de ellos ejemplo de desigualdad social en este país sometido al expolio de sus recursos.
Los costos económicos causados por las huelgas, incluso el atraso en el proceso educativo, es culpa de la tozudez del jefe del Órgano Ejecutivo, quien aprovecha los días jueves para lanzar epítetos, injurias, y descalificar a quienes no comulgan con su proceder. Sin duda, ese personaje de marras es un resentido por no haber obtenido la amplia aceptación popular deseada en las encuestas.
En la actualidad, no se vislumbra luz en el camino nacional. Lo único que prevalece es el hostigamiento, la represión y la mentira en los medios controlados. Asimismo, priva en el escenario público el interés manifiesto de que “aquí mando yo, y se debe hacer lo que yo digo, por ser dueño de la soberbia”.