Por Salim Lamrani
Hijo de un judío polaco que huyó de la persecución antisemita y de una madre cubana, desde muy joven se involucró en la militancia política. A los 15 años ingresó en el Partido Ortodoxo, movimiento liderado por Eduardo Chibás y dedicado a combatir la corrupción gubernamental en la isla, con el famoso lema “Vergüenza contra dinero. A barrer con los ladrones”.
En la década de 1950, se convirtió en secretario nacional de la Juventud Ortodoxa, obteniendo gran notoriedad en el panorama político cubano. En la Universidad de La Habana, Max Lesnik conoció a Fidel Castro, con quien compartió ideales dentro del Partido Ortodoxo.
Su amistad con el futuro líder de la Revolución se fortaleció en un contexto de efervescencia política, marcado por la lucha estudiantil contra la corrupción y el gansterismo. Participó en la creación del “Comité 30 de Septiembre contra el Gansterismo”, en el que Fidel denunció públicamente a funcionarios corruptos, enfrentándose a amenazas de muerte.
Durante la dictadura de Fulgencio Batista, Max Lesnik formó parte del Segundo Frente del Escambray, liderado por Eloy Gutiérrez Menoyo. Su labor estuvo enfocada en la propaganda y la movilización política.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959, Max Lesnik fue el primer dirigente revolucionario en hablar por la televisión cubana. Sin embargo, a pesar de su apoyo inicial al nuevo gobierno, pronto comenzó a expresar diferencias con la creciente influencia comunista y la alianza con la Unión Soviética, defendiendo la soberanía total de Cuba sin depender ni de Washington ni de Moscú.
En 1961, debido a su postura crítica dentro del proceso revolucionario, Max Lesnik se exilió en Estados Unidos. Cuando se enteró de la noticia, Fidel Castro intentó convencerlo de que regresara a Cuba a través de su amigo común Alfredo Guevara, en vano.
Sin embargo, a diferencia de muchos exiliados cubanos, no se unió a los sectores más reaccionarios ni aceptó el respaldo de la CIA. Durante la invasión de Bahía de Cochinos, utilizó su programa de radio para denunciar la intervención estadounidense, lo que le valió amenazas y un asalto a su estudio por extremistas de Miami. Max Lesnik se negó a retractarse y, milagrosamente, salió ileso.
A mediados de los años 60, fundó el periódico Réplica, que más tarde se convirtió en una revista influyente con una tirada de hasta 100.000 ejemplares. Desde sus páginas, abogó por el diálogo entre Cuba y el exilio, postura que le generó múltiples atentados con bomba por parte de grupos anticastristas radicales.
En total, sufrió once ataques, el primero en 1979 y el último en 1990, lo que obligó al cierre de su revista debido a la presión sobre sus anunciantes.
A finales de los años 70, Max Lesnik jugó un papel clave en el establecimiento de un diálogo entre la comunidad cubana en EEUU y el gobierno de La Habana. En 1978, tras 17 años sin contacto, regresó a Cuba y se reencontró con su viejo amigo universitario Fidel Castro.
También fue un actor fundamental en la aproximación entre la Iglesia Católica y el gobierno cubano, lo que contribuyó a la histórica visita del Papa Juan Pablo II en 1998.
A pesar de las hostilidades en Miami, Max Lesnik nunca dejó de defender su visión de una reconciliación entre los cubanos de dentro y fuera de la isla. Su vida estuvo marcada por la lucha constante contra el bloqueo criminal y a favor del derecho soberano del pueblo cubano a decidir su propio destino.
Max Lesnik, “el hombre de las dos Habanas”, falleció el 8 de marzo de 2025 a la edad de 94 años. Demostró con su trayectoria un compromiso inquebrantable con la libertad de pensamiento y la búsqueda de una solución pacífica y soberana para el destino de su país. Como dijo José Martí, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.
Hasta siempre Max y viva Cuba libre y soberana!