Durante un discurso ante el Parlamento en Kinsasa, Tshisekedi afirmó que las fuerzas ruandesas llevaron a cabo ataques con armamento pesado desde la ciudad de Bugarama, en el suroeste de Ruanda, que provocaron graves daños materiales y humanos.
El mandatario responsabilizó a Kigali de incumplir deliberadamente el alto al fuego y de no retirar sus tropas del territorio congoleño, tal como estipulan los acuerdos negociados con la mediación de Estados Unidos y Catar.
El pacto contempla también el desmantelamiento de milicias extranjeras, entre ellas las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), formadas por integrantes de la etnia hutu involucrados en el genocidio de 1994, así como la creación de un mecanismo conjunto de seguridad y un marco de integración económica regional.
Tshisekedi recalcó que, pese a la situación, la RDC sigue comprometida con la vía diplomática, sin renunciar a la defensa de su soberanía ni a la protección de sus ciudadanos.
El presidente destacó que los enfrentamientos no constituyen un conflicto interno común ni una guerra civil, sino una “guerra de agresión” motivada por el control de territorios estratégicos y recursos minerales críticos.
En ese sentido, aseveró “que nadie se equivoque: no nos enfrentamos a un simple conflicto comunitario, ni a una guerra civil. Tampoco es una rebelión interna más. Se trata de una guerra de agresión por poder destinada a cuestionar nuestra soberanía sobre un territorio altamente estratégico, rico en minerales críticos y con potencial económico determinante para el futuro de nuestra nación”.
Desde hace una semana, los combates con el grupo terrorista Movimiento 23 de Marzo (M23), respaldado por Ruanda, se han intensificado. Durante el fin de semana, los rebeldes tomaron la localidad de Luvungi, en Kivu del Sur, cerca de la frontera con Burundi, lo que obligó a los residentes a huir hacia Sange, a 30 kilómetros de distancia. Según testimonios locales, al menos 36 personas murieron durante las agresiones.
La Cruz Roja en la RDC detalló que 21 heridos fueron trasladados al Hospital General de Referencia en Uvira, incluidos siete menores. Desde 1998, el este de la República Democrática del Congo enfrenta un conflicto persistente alimentado por grupos rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU, Monusco.