Avanzaba al lado de Juan Vitalio Acuña. Tenía el agua casi a la cadera cuando sonaron los primeros disparos. Alzó los brazos e intentó defenderse, pero le hirieron en un pulmón y la corriente arrastró su cuerpo.
Días después, la encontraron en la orilla del río. Cuentan que unas religiosas pidieron sus restos para vestirlos y ofrecerles cristiana sepultura.
Siete años antes, esta mujer vivía junto a sus padres en Alemania y devoraba noticias de Cuba con mucha curiosidad. En 1960, el Consejo Central de la Juventud Libre la designó como intérprete de Ernesto Che Guevara durante un viaje a Leipzig.
Al lado del guerrillero crecieron sus ansias de conocer La Habana. El 12 de mayo de 1961 visitó la isla y pocos conocen que se unió a mujeres guerrilleras.
Su labor más importante le llegó en 1964. En ese entonces, el comandante la envió a Bolivia, a través de Europa, con una misión crucial: preparar el terreno logístico y establecer contactos para su futura guerrilla.
Con el nombre de «Tania», se infiltró en la élite cultural y política del país latinoamericano, bajo el gobierno del presidente de facto René Barrientos.
Luego, se unió al campamento de alzados y más de una vez quedó sola con una ametralladora 30, encargada de defender el territorio.
A 57 años de su muerte, aún muchos rezan en el sitio donde encontraron su cuerpo y su historia devino leyenda en el mundo.
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