Sao Paulo, la ciudad más importante del país, pasó a una segunda vuelta entre el actual alcalde Ricardo Nunes (MDB), apoyado por Bolsonaro, y Guilherme Boulos (PSOL), apoyado por Lula.
Brasil celebró este domingo elecciones municipales donde se medían fuerzas los candidatos apoyados por el actual gobierno de Frente Amplio de Lula-Alkmin con los apoyados por el expresidente Jair Bolsonaro.
Si bien la extrema derecha obtuvo algunas posiciones, el gran ganador fue el llamado Centrao, una serie de partidos municipales, con base en caudillos locales, que se ubican a la derecha del espectro político y han ganado una fuerza cada vez más creciente en el apoyo a los gobiernos de turno, obteniendo secretarías y ministerios por la fuerza regional y la cantidad de legisladores que tienen en el Parlamento.
Aunque en algunas ciudades se va a segunda vuelta, la única capital donde el escenario abierto podría cambiar el panorama general es en São Paulo, donde Boulos (PSOL), apoyado por Lula, pasa a la segunda vuelta junto al bolsonarista Ricardo Nunes (MDB), con un empate técnico entre los dos, con el 29,05% y el 29,49% de los votos respectivamente.
En las capitales donde los alcaldes ya fueron definidos en la primera vuelta, el único que se alinea, aunque sea modestamente, con el gobierno de Lula-Alckmin es João Campos (PSB) en Recife, mientras que al menos ocho se alinean abiertamente con Bolsonaro.
En las capitales donde se pasó a segunda vuelta, además de Sao Paulo, el PT lo hace en apenas tres, con posibilidades de competir con el primer lugar sólo en Fortaleza.
Entre las fuerzas principales se encuentra el derechista Partido Social Democrático (PSD), que viene de apoyar el golpe contra Dilma Rousseff y tiene en su interior a miembros de otros partidos de la derecha tradicional caída en desgracia. El PSD fue el principal ganador obteniendo 878 ayuntamientos, aumentando 224 desde el año 2020.
El Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que ha apoyado a lo largo de su historia a candidatos de todo el espectro político: lo hizo con Dilma Rousseff, luego apoyo su destitución, luego al golpista Michel Temer, posteriormente a Bolsonaro, y actualmente forma parte del gobierno de Lula. El MDB obtuvo el segundo lugar en las municipales con 844 ayuntamientos.
Luego le siguen el PP en tercer lugar con 743, el derechista União Brasil ocupa el cuarto lugar con 578, seguido por el PL con 510, aumentando 165 municipios bajo su gestión desde las últimas elecciones y Republicanos (ultraconservadores ligados a la Iglesia Universal del Reino de Dios) con 430, el doble que en 2020.
El tradicional PSDB y PDT siguen hundiéndose, perdiendo 251 y 166 ayuntamientos respectivamente. El PT, por su parte, se mantiene estabilizado con 247 ayuntamientos, aumentando en 64 desde 2020. El PSOL, por ahora, no tiene ayuntamiento.
El llamado centrão se consolida en estas elecciones como la principal fuerza política municipal, ya sea en municipios pequeños o en capitales, garantizando su lugar en el actual régimen político tras el golpe institucional que tiró a Dilma Rousseff.
Sin embargo, vale recordar que el centrão, partidos de derecha como PSD, MDB, PP y União Brasil, con trayectorias derivadas de la dictadura militar, aunque forman parte del gobierno de frente amplio de Lula-Alckmin, no dudan en inclinarse electoralmente hacia Bolsonaro, como es el caso del propio Nunes en Sao Paulo.
La autoproclamada extrema derecha, como el PL y los republicanos, también avanzan en las alcaldías y, desde este punto de vista, salen fortalecidas de estas elecciones. El PT siguió aumentando poco sus municipios y será muy difícil ganar alguna de las tres capitales en las que pasó a la segunda vuelta.
Al final, en la primera vuelta, la derecha, llamada centrão, sigue siendo la fuerza política fisiológica del Estado brasileño, pero con tonos más derechistas y de extrema derecha.
El fortalecimiento de estos partidos junto con la extrema derecha, arrastrará consigo al eje político del país a través de los municipios, lo que conducirá a la continua profundización sistemática de la precariedad de las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora, la destrucción del medio ambiente, misoginia, patriarcado y violencia estatal contra los negros y los indígenas.
El escenario en Sao Paulo
Por su parte, la disputa en la ciudad más importante del país pasó a una segunda vuelta entre el actual alcalde Ricardo Nunes (MDB), apoyado por Bolsonaro, y Guilherme Boulos (PSOL), apoyado por Lula, con aproximadamente el 29,48% y el 29,07%, respectivamente. Por su parte el outsider e influencer de extrema derecha Pablo Marçal quedó fuera de la segunda vuelta (28,14%).
Nunes es una variante del bolsonarismo, lo apoyan el gobernador de derecha del estado de Sao Paulo Tarcísio de Freitas y el expresidente Jair Bolsonaro, y aglutinará a toda la derecha para aplicar un programa de odio hacia la clase trabajadora, las mujeres, la juventud y todos los sectores oprimidos.
El influencer Marçal, se mostró como expresión de una extrema derecha empresarial que defiende la esclavización de los trabajadores por el capital, el racismo y la misoginia en todos los ámbitos, utilizando todos los dispositivos de la casta política.
Aunque quedó fuera de la carrera por la alcaldía, Marçal logró obtener la notoria marca del 28% de los votos, sin tiempo de televisión, sin fondo electoral y con sus cadenas canceladas en múltiples ocasiones. Es una fuerza que llegó para quedarse.
Boulos, por su parte, que contó con el apoyo de Lula en su campaña, repitió la composición de un Frente Amplio como el que gobierna el país con partidos burgueses y ajustadores, dialogando con los capitalistas de São Paulo y con sectores francamente derechistas, como es el caso de su candidata a vicealcaldesa, Marta Suplicy, que apoyó el golpe contra Dilma Rousseff y elaboró el proyecto de reforma laboral.
Además, Suplicy fue hasta hace poco secretaria de Relaciones Internacionales en la alcaldía Bolsonarista de Ricardo Nunes.
Nunes se apoyó en la maquinaria municipal y en el aparato y las acciones del gobernador Tarcísio de Freitas, privatizador y enemigo directo de la clase trabajadora y perpetrador de una violenta ola de masacres policiales contra la población negra.
Esta disputa por la segunda vuelta entre Nunes y Boulos se produce en medio de la experiencia de São Paulo en la creación de nuevas figuras del “bolsonarismo post-Bolsonaro”.
Por un lado, vemos un intento de “institucionalizar el bolsonarismo, haciéndolo menos radical”, como intentan hacer Tarcísio y Nunes, con sus planes de privatización y precariedad. Por otro, una reacción a esta institucionalización del bolsonarismo es la expresada por Marçal, que a pesar de la derrota logró reunir casi el 30% de los votos.
Es imposible combatir esta fuerza combinada de la derecha sin un programa anticapitalista que luche ahora por revocar todas las contrarreformas instaladas por la burguesía en este último ciclo político, contrarreformas que fueron preservadas por el actual gobierno federal.
No hay duda de que la derecha se fortalece con la ayuda de la política de conciliación de clases del gobierno federal del Frente Amplio de Lula-Alckmin. Para dar sólo algunos ejemplos, en relación a São Paulo, el gobernador Tarcísio recibió cheques del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) a través del gobierno federal para sus planes de privatizaciones, al mismo tiempo que su partido, los Republicanos, tiene un Ministerio en el gobierno Lula-Alckmin.
El PT, además, en estas elecciones se asoció en 85 ciudades al PL de Bolsonaro, y también presentó el mayor Plan Cosecha de la historia, enriqueciendo el agronegocio que hoy literalmente quema el país, y financia las candidaturas de la derecha. Por si fuera poco, el PT aplicó las propias medidas neoliberales como el Marco Fiscal, que pone un límite y recorta el gasto en salud y educación sujetándolo al superávit, y también recorta un beneficio para personas mayores y personas con discapacidad en extrema pobreza, además de mantener todos los Reformas neoliberales heredadas del golpe institucional y del gobierno de Bolsonaro.
Es por esto que el rechazo a Nunes, a Marçal y a toda la extrema derecha necesita ir acompañado de una política de independencia de clase, atacando los intereses de los capitalistas. No es recortando los derechos de los jubilados y los trabajadores, apoyando las privatizaciones, o apoyando las políticas represivas, como se puede enfrentar a la extrema derecha.
Es con un programa anticapitalista que haga que los patrones paguen por la crisis. Esto es lo que puede fortalecer la lucha de la clase trabajadora y la juventud para construir un camino que supere la política de mal menor que viene sosteniendo la extrema derecha sobre la izquierda.
Mucho más allá de las elecciones, es necesario fortalecer nuestra movilización independiente con este objetivo, y para ello unimos nuestras fuerzas a todos aquellos que quieren derrotar a Nunes, Bolsonaro, Tarcísio y la extrema derecha.