Por Jim Cason y David Brooks
Ambos partidos recaudan enormes cantidades de dinero privado para comprar publicidad, contratar personal de apoyo y pagar casi todos los gastos del cada candidato y del partido en este concurso. Para los grandes donantes, es una inversión -esperan que sus dólares compren por lo menos acceso a los políticos una vez electos y así puedan influir en sus decisiones.
Según cálculos de Open Secrets, proyecto independiente de monitoreo sobre dinero en los comicios, esta elección presidencial hasta la fecha ha costado 5.5 mil millones de dólares; la legislativa federal ya asciende a 10 mil millones -un total para la elección nacional de 15.9 mil millones de dólares.
Por ahora es la segunda contienda más cara de la historia del país, sólo superada por la elección nacional de 2020 que costó 18.3 mil millones en términos reales, aunque se pronostica que esta, al final, será la más cara de todas.
La participación explícita de multimillonarios, unos muy públicos, otros más discretos, no deja de asombrar, con el hombre más rico del planeta, Elon Musk, contribuyendo con más de 130 millones en la campaña del multimillonario Trump, mientras Michael Bloomberg contribuyó con 50 millones a la campaña de Harris; en total, unas 150 familias multimillonarias han invertido 1.9 mil millones en apoyo a candidatos presidenciales y legislativos -con la gran mayoría (72 por ciento) fluyendo a los republicanos, según un nuevo informe por Americans for Tax Fairness.
Hasta la fecha, en todas las elecciones desde las federales a las locales se han gastado 10.5 mil millones en publicidad de campaña, reportó National Public Radio.
El dinero de los ricos y de grandes empresas fluye directa o indirectamente a las campañas presidenciales y legislativas, ya que bajo un fallo de la Suprema Corte en 2010 se anularon los límites cuando los jueces conservadores decidieron que el dinero de estos al proceso electoral está protegido ya que es una forma de “libertad de expresión”.
El ex presidente Jimmy Carter, fundador del Centro Carter que se dedica a la transparencia y monitoreo de elecciones alrededor del mundo, caracterizó el fallo como algo que permitió “el soborno legalizado” en la política.
En una entrevista con la BBC en 2016, Carter explicó: “Con los ricos financiando las campañas, cuando los candidatos llegan a sus puestos hacen lo que los ricos quieran, y eso es dejar que los ricos se vuelvan más y más ricos y dejar fuera a la clase media”.