La primera advertencia para ciudadanas y ciudadanos sería que hay una serie de temas que José Antonio Kast se niega a tratar y responder, generando una gran incertidumbre sobre derechos adquiridos y por adquirir por mujeres y hombres de nuestro país. Lo segundo, es que está planteando una serie de medidas que apuntan a reducir el presupuesto público para atender programas y necesidades en ámbitos de salud, pensiones, educación, vivienda, infraestructura, mientras promueve beneficios para las grandes empresas, consorcios financieros y grandes capitales privados. Kast está repitiendo el relato económico de los tiempos de la dictadura, en una línea de contenido ultraconservador y de extremismo neoliberal. Todo esto afectaría a sectores sociales vulnerables y a regiones, principalmente. Es así que en poco más de un año quiere quitar 6 mil millones de dólares al gasto público, algo que, por ejemplo, afectaría el financiamiento en salud y educación. Su programa habla de “una batería de reducciones tributarias”, eliminación de “regulaciones innecesarias” para la gran empresa, y eliminación de “impuesto a las ganancias de capital”, lo cual, en definitiva, significará dejar de contar con decenas de miles de millones de dólares para el sector público y las necesidades sociales, y aumentar las ganancias y el enriquecimiento de grandes empresas, de consorcios financieros y el capital de segmentos millonarios y multimillonarios. En el formato del candidato de la extrema derecha se vuelve al relato de la época de la dictadura cuando se habló de que cada chilena y chileno tendría su auto y su televisor y de lo bueno de desarrollar un “capitalismo popular”. Kast, en su programa, promete que al terminar sus supuestos cuatro años de gobierno, ciudadanas y ciudadanos podrán contar con “una casa propia, vida independiente, mejor educación” y se potenciarán los emprendimientos como buenos negocios para familias vulnerables o necesitadas. A ello añade que se va a “potenciar (la educación) privada”, y mantener “la propiedad individual de los fondos” de pensiones, en el camino de fortalecer las AFP. Quiere “flexibilizar” las relaciones laborales, en un supuesto acuerdo transversal entre empleadores y empleados, como acordar juntos las horas de trabajo y otras condiciones, y ha puesto en tela de juicio el funcionamiento de la Dirección del Trabajo, clave en la defensa de los derechos laborales. Por cierto, entre las omisiones o temas que no trata, está lo del salario mínimo, el sueldo vital, la negociación colectiva ramal. Kast está prometiendo que terminará con la migración ilegal, reducirá “drásticamente” los homicidios, se terminará con “el descontrol migratorio” y con el colapso en las cárceles. Habrá “seguridad” en el interior de las salas de clases y, por cierto, aplicará medidas recurriendo a Carabineros y las Fuerzas Armadas como solución a muchos problemas, otro aspecto donde vuelve al relato de los tiempos de dictadura. No ha querido referirse explícitamente, pero desde su entorno se habla de “reducir el Estado” y sacar de circulación sino a miles, a cientos de empleados públicos. Todo esto va en la línea del populismo de la extrema derecha, fortalecer todo el sector privado, limitar la acción social del Estado, y hacer promesas de difícil o imposible cumplimiento. Hay un alerta respecto a que Kast constituye un peligro para el pueblo y que está escondiendo medidas que pueden cambiar negativamente la situación del país. Estas semanas deberían servir para mostrar las reales intenciones del candidato de la extrema derecha.