Esta petición se produce tras las atrocidades cometidas en la ciudad de Fasher, al norte de Darfur. Idris criticó la inacción global, subrayando que su gobierno necesita «acciones prácticas, no palabras», y exigió que los responsables de los crímenes sean perseguidos ante la justicia, especialmente a nivel internacional.
Paralelamente, el mandatario rechazó de forma contundente cualquier posibilidad de despliegue de fuerzas de paz de la ONU en Sudán.
Calificó esta medida como «indeseable» y argumentó que tal presencia violaría la soberanía y la integridad territorial del país, siendo además ilegal.
Idris aseguró que la intervención de cascos azules o de cualquier fuerza internacional no solo no resolvería la crisis, sino que “aumentaría la inestabilidad y tendría resultados completamente opuestos a los deseados”. Finalmente, reafirmó la determinación del ejército y del pueblo sudanés para rescatar y liberar Fasher.