En una entrevista con el sitio web Press TV, Yawen Xu, periodista y comentarista de asuntos internacionales radicado en Beijing, dijo que los controvertidos comentarios «atienden los intentos de Estados Unidos de contener a China, vinculan el destino de Japón a la estrategia de Washington y enmascaran su profundo temor de ser descartado como un aliado desechable».
En su primer discurso parlamentario desde que asumió el cargo en octubre, Takaichi dijo la semana pasada que Japón podría potencialmente emprender acciones militares si China invadiera Taiwán, un cambio drástico respecto de la antigua adhesión del país a la política de una sola China.
La recién elegida primera ministra japonesa se refirió a lo que llamó una “contingencia de Taiwán”, indicando que un ataque a Taiwán podría constituir una amenaza existencial para Japón y, en tal escenario, impulsar a Japón a responder militarmente.
Muchos lo han vinculado a la creciente influencia estadounidense en el gobierno de Tokio.
Xu afirmó que la alianza entre Estados Unidos y Japón está “lejos de ser inquebrantable”, citando a Jonathan D. Caverley, profesor de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos, quien señaló en un artículo de Foreign Affairs de agosto de 2024 que Taiwán es una opción “de alto riesgo y baja recompensa” para Washington, que está reevaluando su compromiso con sus aliados.
Dijo que las recientes declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump de que «muchos aliados no son amigos» y su énfasis en buscar «buenas relaciones con China» exponen aún más la fragilidad de la dependencia de Japón del apoyo estadounidense.
El error de cálculo de Japón radica en confundir ‘colusión estratégica’ con ‘respaldo fiable’. Al actuar como vanguardia de los intereses estadounidenses en el estrecho de Taiwán, Japón busca obtener la aquiescencia estadounidense para su expansión militar: desde la controvertida ley de seguridad de 2015 que levantó las restricciones de autodefensa colectiva —rompiendo la línea roja del Artículo 9 de la Constitución japonesa— hasta los «Tres Documentos de Seguridad» de 2022, que autorizan explícitamente la «capacidad de contraataque» y un drástico aumento del gasto en defensa hasta el 2 % de su PIB», declaró el periodista chino al sitio web Press TV.
Sin embargo, ignora un hecho fundamental: Estados Unidos jamás sacrificará sus propios intereses por la provocación de Japón contra China.
Japón no solo sigue el ejemplo de Estados Unidos, sino que utiliza a Washington para satisfacer sus ambiciones militaristas, un juego peligroso que podría dejarlo abandonado a medida que aumentan las tensiones.
Tras las declaraciones de Takaichi, que generaron revuelo en China, un medio militar chino advirtió que Japón “se convertiría en un campo de batalla” si interviene en Taiwán, y el Ministerio de Asuntos Exteriores chino citó el Comunicado Conjunto China-Japón de 1972, subrayando que Japón debe cumplir con sus compromisos independientemente de qué administración esté en el poder.
Sobre cómo entender este episodio en el contexto más amplio de las relaciones entre China y Japón, Xu dijo que la respuesta de China, ya sea en declaraciones oficiales o advertencias de los medios militares, no es una “reacción exagerada” sino una “defensa necesaria de los intereses nacionales fundamentales y los acuerdos bilaterales”.
“La afirmación de Japón de que su postura sobre Taiwán “sigue siendo coherente con la Declaración Conjunta Sino-Japonesa de 1972” es una distorsión flagrante de los hechos: la declaración afirma explícitamente que “El Gobierno de Japón reconoce al Gobierno de la República Popular China como el único Gobierno legal de China” y que “El Gobierno de Japón comprende y respeta plenamente la postura del Gobierno de la República Popular China de que Taiwán es una parte inalienable del territorio de la República Popular China”, afirmó.
