Por Felipe Yapur
Hacía siete horas que el paro nacional decretado por la CGT y la dos CTA había comenzado y en las centrales sindicales ya se confirmaba lo que habían previsto: «Esto es un parazo».
En la sede cegetista de Azopardo 802 llegaban avisos de las diferentes regionales de la CGT dando cuenta del alcance de la medida en las diferentes provincias. El promedio iba entre 80 y 90 por ciento de adhesión.
El gobierno de Javier Milei intentó desarrollar sin éxito el remanido argumento de que los gremios impiden que las personas que no adhieren a la medida vayan a sus lugares de trabajo, los millones que pierde el país, los actos violentos o el uso de clavos «migueletes», como dijo la ministra de Seguridad. Pero nada de lo que dijeron tuvo la entidad como para desmerecer la potencia de la medida de fuerza.
«El paro les dolió», afirmó el triunviro y camionero Pablo Moyano, y advirtió que si Milei mantiene su plan de ajuste, la central obrera mantendrá el plan de lucha.
Héctor Daer, el otro triunviro, le reclamó al gobierno «tomar nota» del mensaje que enviaron los trabajadores organizados y «reconfigurar su política de ajuste que nos lleva a extremos».
Fue el segundo paro nacional en cinco meses de un gobierno libertario que aplica un feroz ajuste que destruye los bolsillos y debilita la estructura del Estado. Todo indica que no será la última medida de acción directa.
El paro impactó en la Casa Rosada. La primera muestra la dio Patricia Bullrich cuando dijo días antes que se iba aplicar el protocolo “antipiquete” a una huelga que no incluía movilización, para luego, durante la mañana de este jueves, encabezar una desordenada conferencia de prensa en una vacía estación Constitución. Allí alcanzó a balbucear que se trataba de un «paro de la debilidad».
El presidente Milei, en tanto, aprovechó el día franco para buscar acepciones de la palabra paro en algún diccionario y comentarlas a través de la red social X.
A primera hora, las calles y las avenidas de ciudad de Buenos Aires parecían una postal de los días de pandemia cuando muy pocos salían a la calle. El silencio era un denominador común en las arterias de varias ciudades del país. Los dirigentes cegetistas lo veían en las calles porteñas pero también recibían fotos de las regionales de la CGT que mostraban el impacto de la huelga en las provincias. En las plantas automotrices no se ajustó ni una tuerca. Todo fue quietud.
Desde la ciudad de Córdoba, capital de una provincia donde el Presidente arrasó en el ballotage, el paro se hacía sentir. Una radio abierta frente a la sede de la CGT local arengaba a cumplir con la medida de fuerza y advertía que «la patria no se vende». También hubo una concentración en una de las principales esquinas de la capital cordobesa que mostraba bancos y oficinas de reparticiones públicas cerradas con carteles que convocaban al paro que ya estaba en marcha.
En Tucumán, la medida de fuerza también tuvo un fuerte impacto. Incluso el gobernador Osvaldo Jaldo, peronista pero cada vez más identificado con los libertarios, dijo que -si bien el paro es una medida de fuerza legal y constitucional- «yo no la comparto para nada» y agregó que «hoy hacen paro para seguir durmiendo, y a la Argentina no la vamos a sacar adelante durmiendo», afirmó.
A la Secretaría de Interior de la CGT, que lidera el metalúrgico Abel Furlan y que coordina el trabajo con las regionales de la central obrera, llegaban mensajes con informes donde decían que en provincias como Santiago del Estero, Santa Fe, Entre Ríos, Catamarca y muchas del sur como Río Negro, el paro era contundente. «Es una demostración que el movimiento obrero unido jamás será vencido», repetían.
En CABA hubo colectivos del Grupo DOTA que circularon. No fueron todos. El grupo, que controla una buena cantidad de líneas que circulan entre el conurbano y la ciudad de Buenos Aires presionó a sus choferes para que tomen servicio. Argumentaban que el DNU 70/2023 les permitía funcionar como si se tratara de un servicio esencial, pero la justicia laboral les avisó, a través de una resolución, que el capítulo laboral del dañino DNU está frenado por varios amparos otorgados a los gremios que se presentaron ante el fuero laboral.
De todas formas, las unidades que circularon lo hacían vacías o con muy pocos pasajeros. Otra muestra del éxito de la medida de fuerza.
Las centrales obreras
«El paro fue masivo en todas las provincias», aseguró el titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, que, junto al secretario de comunicación de la organización, Enrique Rositto, aseguró a través de un comunicado que «esta jornada de lucha, liderada por el movimiento sindical argentino, condena las políticas de ajuste del gobierno de Milei”.
“Demandamos el cese de la asfixia de recursos en nuestras provincias y la devolución de los fondos reclamados por la Universidad. Del mismo modo, exigimos la restitución del Incentivo Docente, la reincorporación de los despedidos en el sector público y que Aerolíneas Argentinas y otras empresas públicas no sean privatizadas», agregó.
Hugo «Cachorro» Godoy, titular de la CTA Autónoma, en tanto, llamó a «profundizar el plan de lucha». Aseguró que es preciso derrotar al gobierno y eso se logra impidiendo que gobierne por decreto. «Hay que obligarlo a que respete la democracia y que se respete la Constitución e impedir que la siga reformando por decreto. Eso requiere tener constancia y continuidad en la tarea de construir unidad de los sectores populares», indicó.
Cerca de las 16 horas, los integrantes de la conducción de la CGT, con los triunviros Daer, Moyano y Carlos Acuña, encabezaron una larga conferencia de prensa en el salón Felipe Vallese.
A su turno, Daer agradeció la fuerte adhesión de trabajadores y trabajadoras del todo el país. La contundencia del paro fue resaltada y le recomendó al gobierno dos cosas: Tomar nota de la magnitud de la medida de fuerza y «reconfigurar su política de ajuste, que nos está llevando a extremos».
Lo de extremos no lo explicó, pero podría considerarse como una profundización de las medidas de fuerza que ya viene protagonizando y acompañando la CGT. Motivos sobran.
El triunviro justificó la medida de fuerza por el ajuste del gobierno que «recayó sobre los jubilados, los más vulnerables, porque se cortaron los planes asistenciales. A los comedores no solo se cortaron los insumos sino que a sus trabajadoras se las sacó del Potenciar Trabajo. Se suspendieron 1.100 obras de infraestructura urbana que se hacían a través de cooperativas y que dejó a toda esta gente en la calle».
«Les dolió, si hubiera sido un fracaso como dijo la ministra no tendrían necesidad de responder», resaltó Moyano y afirmó que habrá «mayor conflictividad» si el oficialismo no cambia sus políticas. Andrés Rodríguez, titular del gremio estatal UPCN, también habló y advirtió que «si no hay cambios, seguiremos con las medidas de fuerza».
Así, Moyano, Rodríguez, Godoy, Yasky y Daer, en diferentes momentos y lugares avisaron que las medidas de fuerza no se van a detener. Todos coincidieron en señalar la defensa del trabajo, del rechazo a las privatizaciones y contra el desguace del Estado. Una enumeración de hechos que están habilitados por el proyecto de ley Bases y en el paquete fiscal que el Senado debate.
A partir de esto es que cobra fuerza la posibilidad de una nueva movilización para el día que la Cámara alta debata estos proyectos que van a convertir a la Argentina en una verdadera pesadilla.