Durante cinco días de sesiones, las delegaciones reconocieron avances desde la primera edición del diálogo en 2010, pero advirtieron que el hambre, la pobreza rural y las desigualdades estructurales siguen afectando a millones de personas.
También las representaciones señalaron que estas condiciones se agravaron por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la inflación alimentaria, crisis sanitarias, conflictos armados y retrocesos en el financiamiento internacional al desarrollo.
Se reafirmó la necesidad de transformar los sistemas alimentarios con base en el derecho humano a una alimentación adecuada, priorizando la producción local, sostenible y con inclusión social.
La agricultura familiar fue señalada como eje fundamental para alcanzar la soberanía alimentaria, generar empleo, preservar la biodiversidad y fortalecer la resiliencia ante perturbaciones climáticas y ambientales.
Se reconocieron los aportes de programas como la alimentación escolar, la compra pública de alimentos y las políticas para pequeños agricultores, así como el papel de instituciones.
De igual forma, las delegaciones saludaron la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, impulsada por Brasil en el G20 (bloque de las 19 principales economías del mundo y las uniones Europea y Africana), y llamaron a más países e instituciones a adherirse.
Además, se reafirmó el respaldo a la Década de la Agricultura Familiar de Naciones Unidas (2019–2028) como plataforma estratégica para movilizar recursos y apoyar planes nacionales de desarrollo rural.
La pesca y la acuicultura sostenibles fueron destacadas como esenciales para la seguridad alimentaria, la diversificación económica y la restauración de ecosistemas, en línea con la Estrategia de Economía Azul de la Unión Africana.
Se alentó la integración de saberes tradicionales en las políticas climáticas y de biodiversidad, y se pidió mayor acceso al financiamiento climático para agricultores familiares, mujeres, jóvenes y comunidades marginadas.
Hubo promoción por la cooperación científica y tecnológica, con la creación de un programa de becas para investigadores africanos en Brasil y el fortalecimiento de una red conjunta de innovación agropecuaria.
Finalmente, los asistentes a la segunda edición del diálogo agradecieron al Gobierno brasileño por organizar el evento y expresaron su compromiso de traducir los acuerdos en acciones concretas para el bienestar de los pueblos y el desarrollo inclusivo.