«Sin una mayor acción de la comunidad internacional, el colapso total de la presencia del Estado en la capital podría hacerse realidad», advirtió Miroslav Jenča, el principal funcionario de asuntos políticos de la ONU, en una reunión del Consejo de Seguridad sobre la crisis haitiana celebrada ese mismo día.

   Las cifras son alarmantes: 1,3 millones de desplazados internos, más de 4.000 homicidios desde enero y una violencia insoportable, incluidas acusaciones de tráfico de órganos.

   La ONU se opone a esta espiral con un diplomático experimentado. Ruiz Massieu cuenta con tres décadas de experiencia en las complejidades de la negociación internacional. Desde 2019, ha liderado la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, supervisando la implementación de un histórico acuerdo de paz y desempeñando un papel central en las conversaciones entre el gobierno y diversos grupos armados.

   De origen mexicano, este alto funcionario de la ONU tiene un amplio conocimiento de América Latina y el Caribe. Comprende la maquinaria multilateral. Y sabe que el tiempo se agota.

   En la capital de Haití, Puerto Príncipe, las bandas armadas han suplantado casi por completo las instituciones. En Mirebalais, 530 reclusos peligrosos se fugaron en marzo, «muchos de ellos vinculados al tráfico de armas, drogas y personas», según Ghada Fathy Waly, directora ejecutiva de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito.

   En los barrios asolados por las pandillas, los servicios públicos han desaparecido; el hambre es generalizada. Haití se encuentra ahora entre los cinco países con mayor riesgo de hambruna del mundo.

   Los intentos de respuesta internacional están teniendo dificultades para contener el desastre. La Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS), una iniciativa ajena a la ONU bajo el mando de Kenia, aún no ha logrado revertir la situación. «A pesar de todos sus esfuerzos, la MSS y la Policía Nacional de Haití no han logrado restablecer la autoridad del Estado», reconoció Miroslav Jenča ante el Consejo.

   En este contexto, aumentan las peticiones de creación de una oficina de la ONU que brinde apoyo logístico y operativo al MSS, como lo demuestra la carta enviada por el Secretario General, Antonio Guterres, al Consejo de Seguridad el 24 de febrero. Si este último aprueba las recomendaciones de Guterres, Ruiz Massieu podría presidir la creación de la nueva estructura.

   Mientras tanto, la BINUH, una misión política de la ONU desplegada en Puerto Príncipe desde 2019, y que pronto dirigirá Ruiz Massieu, se percibe cada vez más como insuficiente ante la emergencia.

    «No estaba concebida para operar en un entorno tan hostil como el que vivimos hoy», admitió Miroslav Jenča.

   Carlos Ruiz Massieu se enfrenta, por tanto, a una misión peligrosa. Una misión en un país donde la ONU y la comunidad internacional en su conjunto tienen dificultades para mantener el contacto.