Por Gabriel Jesús Zeballos Rivera
Pero es que aquí en Panamá se ha venido diciendo -desde hace mucho tiempo- que tener visa para USA es un privilegio, y así lo han expresado sus diplomáticos asignados en este país, que a quien le niegan la visa “para ir a ver al ratón Mickey”, no es del agrado de los USA, y que por lo tanto hay que mantener posturas complacientes y hacerles el coro ante todas sus intromisiones en nuestros asuntos internos, violaciones a los tratados del Canal de Panamá, y sometimiento a nuestros gobernantes, para que apoyen todas sus acciones violatorias del derecho internacional.
Ahora resulta que a Torrijos y a Lombana se las han revocado, aparte de otra gran cantidad de ciudadanos panameños. Hace varias semanas, Ricardo Lombana convocó a una reunión de figuras políticas, de organizaciones de la sociedad civil, gremios, activistas por los Derechos Humanos, defensores del medio ambiente y del pueblo panameño, entre los cuales estuvo el ex presidente Torrijos y otras connotadas figuras de otros partidos políticos.
En esa reunión se condenó el Memorándum de Entendimiento con USA, la reapertura de la Mina de Donoso, la imposición de la Ley 462 de la Caja de Seguro Social, lo que aparentemente causó disgusto al gobierno de USA y al gobierno pro Yankee de Mulino.
El caso es el siguiente: que aquí los USA están acostumbrados a amenazar a los políticos y a todo el mundo, con que les van a quitar la visa si no aprueban sus pretensiones, ya es tiempo de que esto cambie, Panamá es soberano, y aunque los gobernantes intenten entregarnos, van a encontrar a un pueblo panameño, junto a los trabajadores, educadores, hermanos originarios y un sector político, joven, nuevo, planteando que hay otra forma de hacer las cosas, con el pueblo y para el pueblo, por Panamá y no la entrega a potencias extranjeras.
Quiero cerrar esta pequeña nota, que no es nuestra característica, con una anécdota de los tiempos del presidente Endara, quien en una de sus intervenciones y pintorescas respuestas, algo le preguntaron o le dijeron, que no le gustó, y que un poco ofuscado respondió: “¡Qué se lo metan por el….c!”.
Al recapacitar ante la algarabía de los presentes, dijo: perdón “que se los metan por el bolsillo de atrás”.