Lidia Brito, Directora de la Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe de UNESCO, destacó la necesidad de una protección integrada de los sistemas naturales, afirmando que “las especies necesitan de sus corredores protegidos, y sin acuerdos transfronterizos, están en peligro. Es fundamental armonizar las políticas públicas, compartir buenas prácticas y asegurar la visibilidad de esta agenda de conservación, que también es una agenda de desarrollo sostenible”.
La visión del CMAR no solo se enfoca en la biodiversidad, sino también en el fortalecimiento de los corredores bioculturales, reconociendo la relación entre la conservación ambiental y las comunidades locales.
“La gente crea corredores culturales de conocimiento, al igual que las especies crean corredores naturales”, añadió Brito, enfatizando la importancia de la diplomacia ambiental y científica impulsan el trabajo conjunto de las comunidades para lograr una paz biocultural sostenible.
Por su parte, José Julio Casas, Secretario Pro Témpore de CMAR, resaltó la relevancia de involucrar a las personas en la gestión del corredor marino. “Uno de nuestros mayores logros ha sido integrar a los usuarios del mar en nuestras estrategias de conservación”, indicó Casas.
“No podemos proteger el mar sin trabajar de la mano con quienes lo habitan y lo utilizan para su subsistencia, como pescadores artesanales y trabajadores del mar. Establecer una comunicación efectiva y acuerdos beneficiosos para todos es el mayor desafío y nuestra prioridad”.
La cooperación científica también juega un papel clave en CMAR, facilitando la investigación colaborativa y la educación ambiental, pilares esenciales para aceptar la diversidad, tanto ambiental como cultural.
Los cuatro países están uniendo esfuerzos para lograr el CMAR sea reconocido como Reserva de Biósfera de la UNESCO.