Sin embargo, en realidad, se trata de un movimiento multicapas que va más allá de los protocolos regulatorios y, a nivel estratégico, constituye una de las señales claras de la decisión de los bloques mediáticos occidentales de “gestionar las narrativas globales”.
Este movimiento es una continuación de las presiones en varias etapas contra los medios de comunicación independientes y alternativos, y aquellos no alineados con Occidente, presiones que durante años han oscilado entre sanciones de la Unión Europea (UE) y del Departamento del Tesoro de EE.UU., incautaciones de dominios y bloqueos de cuentas de plataformas dirigidos contra Press TV.
Por lo tanto, el registro en FITS no debe considerarse como una declaración de “transparencia”, sino como una forma de etiquetado político bajo el disfraz de la ley, un movimiento que intenta catalogar a los principales medios internacionales de Irán como una entidad de influencia extranjera, socavando así la legitimidad de su operación.
Según la lógica de este esquema, la transparencia aparentemente previene la influencia política infundada. Pero cuando un medio internacional como Press TV está involucrado, un medio que fundamentalmente no tiene oficina, representante ni periodista registrado oficialmente en territorio australiano, y cuyo ciclo de toma de decisiones ocurre en Teherán y no en Canberra, surge la pregunta fundamental: ¿transparencia sobre qué?
¿Sobre qué base se incluye una red, que está muy fuera de la jurisdicción legal australiana, en un esquema cuya condición principal es “actividad documentada dentro del territorio australiano”?
La respuesta a esta pregunta va más allá de los límites legales y debe buscarse en la lógica geopolítica del control narrativo, donde cada voz diferente de la narrativa oficial occidental —incluso si es independiente y profesional— se interpreta como una amenaza, no como un activo mediático global.
La ley FITS fue originalmente diseñada para evitar la injerencia abierta de gobiernos y políticos extranjeros en los asuntos internos de Australia.
Según el texto de la ley, las personas o entidades sujetas a registro son aquellas que tienen una «presencia operativa» en Australia, están efectivamente dirigidas por una entidad principal extranjera y operan con el objetivo de influir en las decisiones gubernamentales o en la opinión pública.
El informe oficial del Comité Conjunto de Inteligencia y Seguridad del Parlamento de Australia (PJCIS, por sus siglas en inglés), publicado en marzo de 2024, reconoció que desde su implementación, el esquema ha sufrido “fallos estructurales” y que su aplicación ha estado “casi exclusivamente centrada en China”.
El informe expresó su preocupación por la exclusión de países como Irán y Rusia del alcance del esquema, a pesar de que no ha habido evidencia sólida, coherente e imparcial que demuestre la presencia operativa de países como Irán o Rusia en Australia.
En cuanto a Press TV, exactamente esta frontera invisible ha operado, porque no se ha divulgado ninguna razón oficial ni documentada para incluir a la cadena en FITS desde el anuncio oficial.
Press TV ni tiene oficina en Australia, ni empleados locales o contratos de trabajo con individuos u organizaciones australianas, ni se ha reportado ninguna actividad dirigida a influir en el entorno interno de Australia.
El contenido de la cadena, en términos de cobertura informativa y programación, juega un rol regional (dado su enfoque en los desarrollos de Asia Occidental) o internacional (cubrimiento de América, Europa, etc.), pero no uno local.
Desde esta perspectiva, el movimiento de Australia es infundado e ilógico, y en realidad tiene un significado político: la inclusión simbólica de Irán en la lista de estados acusados de influencia mediática extranjera en dominios de habla inglesa para avanzar en las agendas de control de Australia.
La Agencia de Noticias Tasnim, en una nota publicada el 22 de noviembre de 2025, señaló que todos los recursos informativos de Press TV provienen de una red de periodistas independientes en todo el mundo y que la cadena no tiene la misión de influir en las estructuras políticas de países, específicamente Australia.
Esta característica distingue a Press TV de los medios de comunicación estatales clásicos. Su misión no es la propaganda, sino reflejar perspectivas no occidentales en el escenario internacional.
Sin embargo, los últimos años han demostrado que para los gobiernos occidentales, el concepto de “no occidental” se equipara a “influenciado por estados rivales”.
De hecho, las agencias de seguridad occidentales han pasado de la “revisión de contenidos” a la “lectura de intenciones políticas”, y cualquier medio que desafíe su narrativa dominante – desde periódicos críticos con la guerra en Ucrania hasta los medios pro-Resistencia – son fácilmente clasificados como influencia o interferencia extranjera.