jueves 8 de mayo de 2025
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Ante escalada belicista: política y diplomacia de paz, y apuesta por la seguridad humana

Madrid (Mundo Obrero): La Unión Europea ha recorrido un camino de subordinación y dependencia que ha relegado su protagonismo en el escenario internacional, convirtiéndola en un peón al servicio de los intereses del imperio estadounidense.

Por Manu Pineda, Secretario de Política Internacional del PCE.

Este sometimiento ha tenido profundas repercusiones en los estados miembros y sus ciudadanos, minando la soberanía y la autonomía política que Europa siempre ha defendido, a la vez que ha generado crisis económicas y sociales recurrentes.

Históricamente, hemos reivindicado la necesidad de que Europa cuente con una política exterior autónoma, soberana e independiente, que le permitiera definir su destino y proteger sus intereses sin estar a merced de potencias externas. La sumisión a Estados Unidos ha relegado a Europa a un papel secundario en la política global.

Esta dependencia ha derivado en conflictos constantes con potencias vecinas como Rusia y China, dos actores estratégicos con los que la UE debería forjar alianzas y acuerdos mutuamente beneficiosos. En vez de ello, la insistencia en una postura de confrontación y militarista ha convertido a Europa en un obstáculo para la construcción de soluciones duraderas en una región plagada de tensiones históricas.

El actual escenario en Ucrania refleja claramente estas contradicciones. Mientras un presidente estadounidense neofascista, movido por intereses geoestratégicos y comerciales, impulsa un proyecto de negociación que pretende poner fin al conflicto, la postura europea se inclina por mantener e incluso intensificar la guerra.

El contraste es revelador: el matón estadounidense, capaz de proponer barbaridades como la expulsión masiva de palestinos de la Franja de Gaza o de amenazar a naciones como China, México, Canadá e incluso a la propia UE, aparece como un pacifista frente a una Europa atrapada en una espiral de gasto militar interminable.

La reunión en Londres de altos mandatarios europeos, junto a figuras internacionales como el secretario general de la OTAN, la presidenta de la Comisión Europea y el primer ministro canadiense, dejó claro que el objetivo primordial es mantener el flujo de ayuda militar a Ucrania mientras se ejerce una presión económica sobre Rusia. No obstante, estos acuerdos evidencian una estrategia unilateral que descarta un alto el fuego inmediato, el control de organismos internacionales como la ONU o la participación de todas las partes en una negociación de paz inclusiva.

El consenso alcanzado en Londres se centró exclusivamente en garantizar la seguridad y soberanía de Ucrania, desatendiendo la protección de los demás Estados de una región históricamente inestable. La creación de una “coalición de países” para defender a Ucrania, sin establecer marcos claros de control ni procedimientos de verificación internacional, evoca reminiscencias de propuestas anteriores -como la de la administración Biden- que pretendían consolidar una alianza de estados “democráticos” para enfrentar “regímenes autoritarios”.

Este modelo se aleja de una verdadera búsqueda de paz y estabilidad regional, perpetuando una lógica de confrontación y militarización que sólo agrava la crisis.

En lugar de convocar una Conferencia Internacional de Seguridad para toda Europa, que promueva la cooperación y el diálogo multilateral, se opta por intensificar la presión sobre Rusia y favorecer intereses unilaterales.

Uno de los elementos más alarmantes es el impulso del plan “Rearm Europe”, que prevé destinar 800.000 millones de euros a gastos de defensa. Esta apuesta, promovida por figuras como Ursula Von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea y exministra alemana de Defensa, se presenta como la solución para garantizar la seguridad a largo plazo en Europa, pero en realidad se erige como un grave atentado contra el progreso social y la estabilidad regional.

Con este plan se busca, de forma encubierta, expandir la industria bélica y consolidar una dependencia que beneficia a grandes conglomerados del sector militar, dejando de lado las verdaderas necesidades de la ciudadanía.

El secretario general de la OTAN ha afirmado que los ciudadanos europeos deben “aceptar hacer sacrificios”, lo que implica recortes en pensiones, sanidad y otros servicios públicos esenciales para financiar este incesante incremento en el gasto en defensa. Esta lógica militarista se contrapone a la urgencia de buscar soluciones diplomáticas y pacíficas al conflicto en Ucrania, donde la prioridad debería ser alcanzar un alto el fuego inmediato y retomar las negociaciones bajo la supervisión de organismos internacionales como la ONU y la OSCE.

Resulta indispensable reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la defensa europea. Ante declaraciones de líderes como Kaja Kallas, que advierten sobre la necesidad de presionar a Moscú para “derrotar a China”, surge la pregunta: ¿de quién se tiene que proteger hoy Europa? Mientras se refuerza un eje belicista entre Londres y París, se desatienden las oportunidades de establecer marcos de colaboración y entendimiento con potencias como China, que desde hace décadas no se ve involucrada en conflictos bélicos y que podrían convertirse en socios estratégicos en un mundo cada vez más multipolar.

Ante la amenaza, por parte de figuras como Trump, a la soberanía de países miembros de la OTAN, como Dinamarca o Canadá, esta maquinaria de destrucción evidencia la ineficacia de seguir invirtiendo en una alianza cuyo objetivo no es garantizar la paz o la seguridad, sino mantener la hegemonía de un imperio que, aunque en declive, se resiste a ceder ante el multilateralismo.

Es urgente trabajar en contra del aumento del gasto militar, por la salida inmediata de España de la OTAN y el cierre de las bases norteamericanas en suelo nacional, medidas que simbolizan el rechazo a una política exterior belicista dominada por intereses externos.

¿Cómo se justifica el cinismo de incumplir las reglas fiscales de la UE para incrementar el gasto bélico que conllevará inseguridad, riesgo de muertes y recortes en el bienestar de la gente? ¿Es sostenible que Europa siga destinando recursos inmensos a una política militarista cuando esos fondos podrían revertirse en mejoras sociales, en educación, sanidad y en la construcción de un futuro pacífico y próspero?

Resulta imperativo replantear la estrategia europea. Es momento de defender una política exterior verdaderamente independiente, que fomente el diálogo, la cooperación y la paz, y que sitúe a la ciudadanía y el bienestar social en el centro de sus prioridades. La urgencia de convocar una Conferencia Internacional de Paz se impone como un paso fundamental para sentar las bases de una solución justa y duradera al conflicto en Ucrania.

En este escenario, tanto la ONU como la OSCE deben desempeñar el papel que les corresponde, garantizando la seguridad y la paz en toda la región a través de un proceso de negociación inclusiva y transparente que evite la espiral de violencia y militarización.

La apuesta por el incremento del gasto militar, ejemplificado por proyectos como el “Rearm Europe”, y la insistencia en mantener un modelo de seguridad basado en la confrontación, no solo perjudica a la ciudadanía, sino que también pone en riesgo la estabilidad y la paz en el continente.

Frente a esta coyuntura, es urgente rechazar la escalada militarista, y apostar por un alto el fuego inmediato en Ucrania, seguido de un proceso de negociación que incluya a todas las partes implicadas y que se articule a través de organismos internacionales. Es momento de redirigir los recursos destinados al rearme hacia la mejora de los servicios públicos, invirtiendo en educación, sanidad y bienestar social, y construyendo un modelo de seguridad basado en el diálogo y la cooperación.

Hacemos un llamado a la unidad y a la movilización ciudadana para rechazar el incremento del gasto militar, denunciar el Plan “Rearm Europe” y abogar por una política exterior independiente que ponga fin a la hegemonía estadounidense en Europa. Solo así podremos garantizar un futuro de paz, estabilidad y progreso para todos, donde la seguridad se construya sobre la base del diálogo y la solidaridad internacional.

Identificador Sitio web Ecos del Sur
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