En su columna llamada “Por qué necesitamos una nueva conversación sobre inmigración”, publicada en Angelus, un sitio web católico de noticias con sede en Los Ángeles, el prelado escribió sobre la situación de la comunidad inmigrante en Estados Unidos.
Gómez aseguró estar profundamente perturbado por los operativos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Los Ángeles y en el sur de California, lo que, según el arzobispo, ha causado pánico en la comunidad inmigrante.
“La gente se queda en casa sin ir a misa ni trabajar, los parques y las tiendas están vacíos, las calles de muchos barrios están en silencio. Las familias se quedan encerradas, por miedo“, expresó el arzobispo. “Esta situación no es digna de una gran nación”, agregó.
La columna del religioso se produce en medio de la intensa actividad por parte de agentes del ICE en el condado de Los Ángeles, donde detienen a inmigrantes indocumentados con propósitos de deportarlos del país.
Sin embargo, desde el 6 de junio, cuando comenzaron las redadas, miles de residentes salieron a las calles del centro de Los Ángeles para protestar contra los operativos de ICE.
El arzobispo expresó que se podría estar de acuerdo en que el gobierno anterior, encabezado por Joe Biden, fue demasiado lejos al no proteger las fronteras y al permitir que demasiadas personas pudieran ingresar a Estados Unidos sin cumplir con una verificación previa.
“Pero la actual administración no ha ofrecido ninguna política de inmigración más allá del objetivo declarado de deportar a miles de personas cada día“, dijo.
“Esto no es una política, es un castigo, y solo puede tener consecuencias crueles y arbitrarias. Ya estamos escuchando historias de padres y madres inocentes deportados injustamente, sin posibilidad de apelación”, añadió.
Gómez dijo que, de acuerdo con estimaciones, hasta dos tercios de las personas que no tienen documentos llevan viviendo en el país por una década o más; mientras que en el caso de los “Dreamers”, niños traídos por sus padres indocumentados, Estados Unidos es el único país que conocen.
“La gran mayoría de los inmigrantes indocumentados son buenos vecinos, hombres y mujeres trabajadores, personas de fe; realizan importantes contribuciones a sectores vitales de la economía estadounidense: agricultura, construcción, hostelería, salud y más”, escribió en su columna.
“Son padres y abuelos, activos en nuestras comunidades, organizaciones benéficas e iglesias”, agregó el arzobispo.
Gómez hizo referencia a un estudio publicado a principios de año por los obispos católicos de Estados Unidos, que encontró que 1 de cada 12 católicos en el país es vulnerable a la deportación o vive con un miembro de la familia que podría ser deportado.
“Es hora de entablar una nueva conversación nacional sobre la inmigración, una que sea realista y que haga las distinciones morales y prácticas necesarias acerca de quienes se encuentran ilegalmente en nuestro país”, dijo.
El arzobispo sugirió que esa nueva conversación tenga como base los principios de la enseñanza social católica, que reconoce el deber de las naciones de controlar sus fronteras y el respeto a los derechos naturales de los individuos a emigrar en busca de una mejor vida.