Por Carlos Fazio
Con el paso de las horas y los días, y en medio de la neblina de la guerra, donde la propaganda y las operaciones psicológicas encubiertas son dos componentes esenciales, lo que el régimen mesiánico y expansionista de Benjamín Netanyahu y su gabinete genocida de psicópatas talmúdicos, concibieron, e iniciaron el 13 de junio -con la autorización y coordinación de la administración Trump- como una guerra relámpago devastadora, ilegal e ilegítima para derrocar a las autoridades políticas y religiosas de Irán, con el asesinato selectivo de altos mandos militares y científicos nucleares, y el ataque a instalaciones militares y plantas de enriquecimiento de uranio, ha dado un giro dramático.
Con apego a la Carta de las Naciones Unidas y las normas internacionales que consagran el derecho a legítima defensa, la represalia iraní, denominada Operación Promesa Verdadera III, lejos de limitarse a una respuesta reactiva, exhibió una estrategia ofensiva muy sofisticada con base en un uso masivo y diversificado de misiles balísticos de nueva generación, drones, guerra electrónica y tácticas de saturación, que lograron vulnerar y hacer colapsar la Cúpula de Hierro (el entramado defensivo israelí/estadunidense de siete capas propagandeado como totalmente hermético e impenetrable), con golpes quirúrgicos sobre objetivos militares e industriales, incluidas instalaciones energéticas ubicadas en Tel Aviv, Haifa y otras ciudades, lo que la televisión israelí describió como una “destrucción sen precedentes”, que generó miedo, pánico y sumió en un estado de shock a una población adicta a la guerra expansionista y las acciones punitivas contra otros pueblos, pero que, tras seis días de escaramuzas bélicas y el intermitente ulular de las sirenas de alerta, está “exhausta y agotada” y ha sido obligada a buscar refugio en búnkeres.
Ante la intensificación de la guerra de desgaste, gradual y progresiva iraní, el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, se vio obligado a adoptar el papel de gendarme mundial, y tras una sucesión de ultimátum ambiguos y contradictorios ‑que lo exhiben como una mezcla de patotero de barrio y perdonavidas‑, el 17 de junio exigió al líder religioso chiita iraní, el ayatolá Alí Jamenei, la “rendición incondicional”. Al salir de la reunión del Grupo de los 7 países más desarrollados (G-7), en Canadá, para regresar a Washington, el lunes 16, la retórica de Trump indicó que ahora está favoreciendo la opción militar: “Sabemos exactamente dónde se está escondiendo el llamado ‘Líder supremo’.
Es un blanco fácil, pero está seguro ahí -no lo vamos a eliminar (¡matar!)-, por lo menos no por ahora”, amenazó. Admitió que Estados Unidos ya está directamente involucrado en el conflicto, afirmando: “Nosotros ahora tenemos control completo y total de los cielos sobre Irán”, y concluyó con otro mensaje: “¡Rendición incondicional!”
Ya entonces, el New York Times había informado que, impelido con insistencia por Netanyahu, Trump estaba deliberando si entrar directamente al conflicto con Irán para bombardear su principal instalación de enriquecimiento de uranio -material esencial para armas atómicas y generación de energía nuclear-, en la región de Fordo, la cual se podría penetrar utilizando el mayor explosivo “anti bunkers”: la bomba Massive Ordnance Penetrator (MOP GBU-57), capaz de perforar montañas y penetrar más de 60 metros antes de explotar, pero que cuenta con un gran peso, únicamente soportable por los bombarderos estadunidenses B-2, de los que Israel carece.
La “Operación León Naciente”
La madrugada del viernes 13 de junio, el régimen de Netanyahu lanzó la “Operación León Naciente” contra Irán, que combinó el ataque de 200 aviones de combate con el accionar de agentes clandestinos del Mossad (la agencia secreta israelí), que, infiltrados en el territorio iraní, utilizaron drones kamikaze, coches bomba y misiles con el objetivo de destruir o neutralizar los sistemas de defensa antiaérea y las lanzaderas de misiles de la nación persa.
Según reportaron medios occidentales como el Wall Street Journal, EuroNews y France24 con base en fuentes de la inteligencia israelí, el uso de drones comerciales modificados para atacar misiles antes de su lanzamiento le permitió a Israel reducir significativamente la capacidad de respuesta de Irán durante los días iniciales de la operación.
Según el Wall Street Journal, equipos israelíes en territorio iraní destruyeron decenas de misiles y vehículos de transporte en las primeras horas de la Operación León Naciente, lo que explica la limitada defensa iraní. El medio estadunidense detalló que, previamente al ataque sorpresa, el Mossad había identificado los lugares de almacenamiento de misiles iraníes listos para su lanzamiento, pero necesitaba posicionarse para atacarlos debido al tamaño de Irán y la distancia desde Israel.
La operación consistió en introducir durante meses piezas de drones cuadricópteros y municiones en maletas, camiones y contenedores, a través de canales mercantiles, utilizando a menudo socios comerciales que desconocían el verdadero propósito de los envíos. Después, esos aviones no tripulados fueron ensamblados y equipados con armamento guiado de precisión, y desplegados por pequeñas células cerca de emplazamientos de defensa aérea y lanzadores de misiles iraníes. Cuando comenzó el ataque aéreo israelí, los equipos en tierra neutralizaron sistemas de defensa y destruyeron lanzadores de misiles antes de que pudieran ser utilizados.
El objetivo principal de la operación era eliminar amenazas para los aviones de combate israelíes y destruir misiles iraníes antes de que pudieran ser disparados contra ciudades israelíes. La fuerza aérea de Israel también concentró sus ataques en sistemas de defensa aérea y misiles durante los primeros días de la campaña, lo que le permitió establecer rápidamente el control del espacio aéreo iraní.
Los ataques convencionales lograron impactar el yacimiento de gas natural South Pars (el mayor del mundo), el yacimiento petrolífero Shahran y otras instalaciones de la infraestructura industrial y del programa nuclear de la nación persa, lo que se combinó con la agenda terrorista de Netanyahu y su gabinete de guerra, mediante atentados con carros bomba, asesinatos en medio de la calle y sabotajes de agentes infiltrados del Mossad y colaboradores iraníes entrenados en el exterior, que fueron enviados de vuelta a Irán en forma de un pequeño ejército profesional, permaneciendo durante años como células dormidas, y que fueron activados el 13 de junio para cometer asesinatos selectivos de altos mandos militares y de inteligencia y científicos nucleares. Acciones, todas, dirigidas a provocar un cambio de régimen, tomando en cuenta que, como lo certifican los reiterados llamados públicos del primer ministro israelí a la población iraní, se busca, estratégicamente, una sublevación y el derrocamiento del régimen chiita.
La “Operación Promesa Verdadera III”
El mismo 13 de junio, la operación de retaliación iraní, denominada Promesa Verdadera III, tuvo como objetivo más de 150 blancos israelíes, entre ellos, las bases aéreas estratégicas de Nevatim en el desierto de Negev y Ovda, desde donde se despliegan los aviones F-35I, F-16 y F-15, además de aeronaves de transporte pesado, cisternas, centros de mando y control, así como centros de señalización y guerra electrónica. También fue atacada la base aérea de Tel Nof, ubicada en el centro de los territorios palestinos ocupados, cerca de la capital, Tel Aviv, donde uno de los blancos fue el Ministerio de Guerra.
El diario israelí Haaretz informó que nueve edificios quedaron completamente destruidos por los misiles iraníes, mientras que cientos de otras estructuras sufrieron daños, especialmente en la zona residencial capitalina de “Ramat Gan”, donde los ciudadanos israelíes son utilizados como “escudos humanos”.
El periódico reportó que un edificio de 32 pisos resultó dañado en Tel Aviv y se incendió tras el impacto. The New York Times verificó imágenes de videos captados por testigos en una zona de Tel Aviv, donde se ubican varias instalaciones militares esenciales del país. En los clips difundidos destaca la Torre Marganit, ubicada en el barrio de HaKirya, donde se encuentran la sede del Ministerio de Defensa israelí y las oficinas centrales de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que fueron atacadas. Un reportero del canal estadounidense Fox News comparó el sitio con el Pentágono en Washington.
Según informó Hispantv, el sábado 14 de junio, en la segunda fase de la operación Promesa Verdadera III, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) realizó ataques contra instalaciones de producción de combustible para cazas de combate y centros de energía de Israel. El foco principal de esa ronda de ataques fue la ciudad portuaria de Haifa y sus alrededores, hogar de varias instalaciones militares e industriales críticas del régimen israelí.
Mediante una combinación de drones y misiles balísticos tácticos, de mediano alcance e hipersónicos que lograron superar los sistemas de defensa aérea de varias capas de Israel ‑que incluye la llamada Cúpula de Hierro para amenazas de corto alcance; la Honda de David para misiles de rango medio y el sistema Arrow (II y III) para interceptaciones de largo alcance y fuera de la atmósfera, así como el sistema THAAD (siglas en inglés de Terminal Higt-Altitude Area Defence) del Ejército estadunidense fabricado por Lockheed Martin‑, Irán logró impactar la mayor planta de procesamiento de petróleo operada por el Complejo Químico Bazan en la bahía de Haifa, en el norte de los territorios palestinos ocupados. La empresa anunció el domingo 15 que el ataque iraní lanzado el sábado por la noche dañó oleoductos y líneas de transmisión entre las instalaciones de la refinería. “[…] Las instalaciones de refinación del complejo han sido cerradas”, informó la empresa en una nota a los inversores. La información fue corroborada por el canal estadounidense NBC News, que citó un informe de la Compañía de Refinerías de Petróleo de Israel (IORC).
La planta, que procesa aproximadamente 9,8 millones de toneladas de crudo al año (200 mil barriles al día), representa un componente clave en el sistema de abastecimiento energético israelí, dado que suministra más del 60 % del combustible utilizado por los sectores industrial, de transporte civil y aviación militar. Expertos afirmaron que el ataque iraní a la refinería interrumpió gravemente las cadenas de suministro de combustible del régimen de Netanyahu, lo que a su vez repercutirá en la economía y estrategias de Israel.
A su vez, el lunes 16 de junio ataques iraníes interrumpieron las operaciones del aeropuerto internacional Ben Gurión y de la central eléctrica de Haifa , al tiempo que alcanzaron y destruyeron la fábrica militar Rafael Advanced Defense Systems, instalación que provee el 30% de la tecnología militar del Ejército israelí, entre ellas la misma Cúpula de Hierro, los misiles de precisión antitanque/aeródromo Spike, el interceptor de misiles de alcance medio David’s Sling y el sistema anti-drones basado en láser Drone Dome..
El bombardeo iraní también tuvo como objetivos la central eléctrica de Hadera y la residencia de la familia Netanyahu en Cesarea, en Al-Quds (Jerusalén). El canal 12 de Israel informó sobre varias explosiones registradas en la zona judía de Jerusalén. Los daños causados por los ataques iraníes fueron ciertamente extensos y sin precedentes, obligando a muchos citadinos a refugiarse en estaciones de metro por miedo a los misiles iraníes.
El martes 17 de junio, Telesur, Al Mayadeen y la agencia de noticias iraní Tasnim reportaron que el CGRI ejecutó una operación militar de gran escala, con impactos directos en Tel Aviv, Haifa y otras regiones del centro y sur de Palestina ocupada.
Dos de los blancos sensibles alcanzados, fueron el centro de inteligencia militar del régimen sionista (AMAN) y el centro de planificación de las operaciones encubiertas del Mossad (el servicio de inteligencia israelí) en Herzliya, una ciudad costera al norte de Tel Aviv, lo que provocó el incendio del edificio.
A su vez, medios israelíes confirmaron que misiles iraníes alcanzaron una instalación logística en Glilot, empleada por la Dirección de Inteligencia Militar israelí (AMAN), sede de la Unidad 8200, responsable de operaciones clandestinas, recopilación de inteligencia de señales (SIGINT) y descifrado de códigos, y que es el equivalente a la Agencia de Seguridad Nacional de EU o la GCHQ de Gran Bretaña.
Según la agencia rusa RT, que citó a Tasnim, en sendas acciones murieron un número significativo de altos oficiales y comandantes de inteligencia y espionaje del régimen sionista. Además, se reportaron colonos heridos y personas atrapadas bajo los escombros. La agencia señaló que debido a “la severa censura informativa”, Tel Aviv se niega a publicar noticias relacionadas con la muerte de oficiales y comandantes militares y de inteligencia.
Irán desata pánico con sofisticada guerra cibernética contra Israel
Una campaña de guerra cibernética evidenció la deficiencia del sistema defensivo de Israel. Según HispanTV, que citó medios de comunicación israelíes, hackers iraníes se infiltraron en redes críticas de interceptación, desatando el pánico generalizado en los territorios ocupados por Israel sin que se lanzara un solo misil. Los propios medios reconocieron haber sido víctimas de una campaña iraní de guerra psicológica y cibernética meticulosamente orquestada.
La noche del incidente, agrega el informe, no se disparó ningún misil, pero las sirenas antiaéreas sonaron en muchas ciudades israelíes, obligando a millones de residentes a refugiarse en zonas protegidas. Lo sucedido fue una “brecha humillante”, lo que pone de relieve la potencia de las capacidades cibernéticas de Irán, y lo débil de las defensas israelíes. “Lo que sufrimos no fue un ataque físico, sino un ciberataque calculado, diseñado para sembrar el miedo y el caos”, publicó un importante canal israelí de noticias.
De acuerdo con HispanTV, los medios israelíes calificaron la operación de “una clase magistral de guerra psicológica”, que explotó la ansiedad pública y expuso las deficiencias en la infraestructura de defensa de Israel. Sorprendido por esa compleja campaña de guerra psicológica y cibernética, el Ejército israelí se mantuvo en un estado de alerta máxima, y solicitó a los residentes de las zonas afectadas por ataques iraníes que permanecieran en los refugios.
Aunque el régimen ha prometido investigar la brecha y reforzar las ciberdefensas, la confianza pública en los sistemas se ha visto afectada. El incidente marca una escalada significativa en la estrategia de guerra no cinética de Irán, demostrando su capacidad para interrumpir y desestabilizar a través de medios digitales. Aunque todavía el régimen de Netanyahu no ha dado una respuesta detallada al respecto, el suceso ha generado un intenso debate sobre la preparación de Israel ante amenazas híbridas en una región cada vez más volátil.
Los medios también informaron sobre métodos y capacidades innovadoras de Irán: en el marco de la octava ola de ataques contra la entidad sionista, el CGRI “desbarató los sistemas de defensa multicapa” israelíes, de manera que “se atacaron entre sí”. La agencia iraní IRNA publicó un vídeo en el que se captura el lanzamiento de varios misiles por un sistema de defensa aérea israelí durante la noche. En las imágenes se puede ver que al menos un proyectil israelí, luego de su lanzamiento, cambia de dirección, se parte en dos e impacta aproximadamente en el mismo lugar del que había sido lanzado, provocando una fuerte explosión e incendio.
Instituto Weizmann: destrucción de infraestructura científica
Uno de los objetivos impactados fue el Instituto Weizmann de Ciencias, en Tel Aviv, descrito como “la mente científica militar de Israel”. Según el sitio israelí The Marker y Al Mayadeen, varios de sus edificios ‑entre ellos laboratorios de biología, bioquímica e inteligencia artificial‑ sufrieron daños graves por el impacto de un misil iraní. De acuerdo con los reportes, el ataque ocurrió durante la noche del domingo, cuando la mayoría del personal se encontraba fuera de las instalaciones. Las imágenes difundidas muestran paredes calcinadas, ventanas destruidas, cables eléctricos expuestos y agua acumulada por las labores de extinción.
The Marker indicó que el Instituto Weizmann no fue un blanco aleatorio, lo que confirmó la página web venezolana Misión Verdad, que señaló que el centro científico forma parte de la infraestructura de seguridad nacional israelí; brinda apoyo tecnológico en los siguientes renglones: inteligencia artificial para el análisis de datos y el guiado en combate, tecnologías de vehículos aéreos no tripulados y sistemas autónomos, herramientas electrónicas avanzadas de seguimiento e interferencia, sistemas de navegación GPS alternativos, protección de códigos militares, comunicación cifrada en entornos hostiles, investigación en energía dirigida y aplicaciones nucleares y desarrollo de tratamientos de campo para soldados heridos.
El profesor Eldad Tsahor, del departamento de biología molecular celular del Instituto Weizmann, relató: “Vi mi laboratorio ardiendo. Luego entendí que ya no lo tenemos”. Tsahor, residente del instituto desde hace más de 20 años, agregó que tres pisos colapsaron por completo, llevándose consigo décadas de investigaciones. De igual manera, el experto en inteligencia artificial y profesor del departamento de ciencias de la computación, Eran Segal, confirmó que su laboratorio también fue alcanzado. Su equipo perdió instrumentos valuados en millones de dólares, deteriorados por la humedad causada durante el combate del fuego. Desde la Facultad de Bioquímica, el profesor Sharel Fleischman expresó: “Los laboratorios en ciencias de la vida dependen de materiales recolectados durante años. Esto es irremplazable”.
El escudo israelí bajo presión: análisis técnico de la ofensiva iraní
Según un análisis técnico de Xavier Villar, basado en fuentes abiertas y en un informe del Middle East Think Tank METT project, difundido por Hispantv, Irán ha desarrollado “un modelo de disuasión basado en la cantidad, dispersión y modernización constante de su arsenal misilístico”, que incluye modelos como Fateh-313, Qiam-1 y los más recientes misiles hipersónicos, y que se encuentran almacenados en complejos subterráneos profundamente excavados. Esa arquitectura, diseñada para resistir ataques, dificulta notablemente la detección y destrucción de los activos estratégicos iraníes.
Villar plantea que resulta poco realista pensar que Teherán no haya contemplado la posibilidad de que el conflicto escale hacia una guerra regional con participación de Estados Unidos, por lo que todo apunta a que Irán se preparó para un conflicto de desgaste a gran escala, con una estrategia de uso calculado y reservado de sus misiles para las fases posteriores de la contienda. Apunta que la entrada de Estados Unidos en el conflicto sería devastadora, ya que “activaría la participación de las fuerzas ofensivas iraníes de corto alcance y marítimas”, aumentando significativamente la presión sobre el sistema combinado de defensa antimisiles de EU e Israel. Desde esta perspectiva, Teherán percibe una oportunidad para ganar una guerra de desgaste prolongada, explotando sus capacidades ofensivas a largo plazo y desgastando progresivamente las defensas combinadas de ambos países.
Después de seis días de combate, ha quedado en evidencia que la estrategia iraní no consiste en ataques dispersos o esporádicos, sino en oleadas tipo enjambre coordinadas con la intención de saturar las defensas israelíes/estadunidenses y exponer sus puntos débiles. Los misiles empleados incluyen modelos de corto, medio y largo alcance, cuyas trayectorias y perfiles de vuelo están diseñados para dificultar tanto la detección como la intercepción por parte de los sistemas israelíes. Esos proyectiles combinan velocidad, maniobrabilidad y trayectorias impredecibles, planteando un desafío inédito para los radares y algoritmos de intercepción israelíes.
Adicionalmente, existen indicios del uso de técnicas de guerra electrónica iraníes para interferir en los sistemas de radar y comunicación israelíes, dificultando la detección temprana y la coordinación defensiva. A lo que se suma que la tasa de lanzamiento iraní ‑aproximadamente 65 misiles balísticos diarios‑ supera los umbrales de consumo defensivo en todas las capas del sistema de defensa israelí. El colapso parcial de las capas superior y media del escudo ya es observable, especialmente en el sector central de Israel. Y si el ritmo se mantiene, las brechas sistémicas en las zonas críticas se agravarán en los próximos días, según el METT project.
En conclusión, de acuerdo con Villar, desde la óptica militar y técnica iraní, la guerra actual representa la culminación de años de inversión en capacidades de disuasión y ataque asimétrico. Y la combinación de misiles balísticos de nueva generación, drones, guerra electrónica y tácticas de saturación ha puesto en jaque la arquitectura defensiva israelí, evidenciando que ningún sistema es infalible frente a un adversario que sabe adaptarse y explotar sus debilidades.
Incertidumbre mundial
Esta madrugada, al cierre de esta edición de Mate Amargo, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán anunció el lanzamiento de una duodécima oleada de misiles hacia la entidad de ocupación sionista, y advirtió a los colonos israelíes que los misiles de su Fuerza Aeroespacial no les permitirán pasar un solo momento fuera de los refugios subterráneos. El comunicado del CGRI instó a la población israelí a “elegir entre una muerte lenta en una vida infernal bajo tierra o la huida rápida de las tierras ocupadas por sus antepasados”, y advirtió que las sirenas no dejarán de sonar ni un instante. Asimismo, recordó la advertencia emitida días atrás por su nuevo comandante, el general Mohammad Pakpour, quien aseguró que “las puertas del infierno se abrirán” sobre Israel.
Según una emisora militar israelí citada por Al Mayadeen, una fuente de seguridad declaró que Irán comenzó aparentemente a utilizar misiles Khorramshahr pesados, con una carga explosiva de hasta tonelada y media. La fuente destacó que el proyectil lanzado contra la zona de Gush Dan en el centro de Israel es excepcional en su tipo, peso y cantidad de explosivos, superando ampliamente los ataques anteriores.
Hasta entonces, Donald Trump no había dilucidado su dilema: atacar directamente a Irán o insistir en una nueva ronda de negociaciones, a pesar de las autoridades de Israel, una potencia nuclear que insiste en acabar a toda costa con el régimen de los ayatolás.