El nombramiento del conservador Michel Barnier como primer ministro por parte del presidente Emmanuel Macron ha puesto en pie de guerra a partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales de la izquierda francesa.
Las manifestaciones que recorrieron toda Francia el pasado sábado 7 de septiembre son solo un aviso de lo que le espera a Barnier (un veterano político liberal de 73 años relacionado con la Comisión Europea y que ya ha sido ministro francés en varias ocasiones) y, sobre todo, a Macron, quien desoyó la voluntad de la ciudadanía en las pasadas elecciones legislativas.
En los recientes comicios, el Nuevo Frente Popular (NFP) se llevó la mayor cantidad de los votos (182 escaños), pero el presidente se negó a nombrar un primer ministro de esa formación. En cambio, optó por un candidato con tendencias derechistas.
Este movimiento no hubiera sido posible sin contar con el beneplácito de los ultraderechistas de la Agrupación Nacional (RN) de Le Pen, con 126 diputados en la Asamblea gala.
La coalición del NFP -formada por el Partido Comunista Francés (PCF), el Partido Socialista, Francia Insumisa y otros grupos ecologistas y de izquierdas-, proponía a Lucie Castets como primera ministra pidiendo que los compromisos y las mayorías parlamentarias se construyeran sobre las propuestas contenidas en su programa.
Sin embargo, Macron y la derecha optó por seguir sirviendo a los intereses de las finanzas.
Para el PCF, el nombramiento de Barnier es “un golpe”, una “negación de la democracia”, contra la que usarán “todos los medios” a su disposición, sin descartar la moción de censura. “Los comunistas queremos ser útiles a la gente, al mundo laboral. Continuaremos la lucha por la justicia social y fiscal con todas las fuerzas de la coalición”, aseguraban en un comunicado.
En palabras del secretario general del PCF, Fabien Roussel, el nuevo primer ministro es un “ultraliberal”, que lleva 51 años haciendo defensa de “la ultraliberal Unión Europea”.
También advierte Roussel sobre uno de los primeros temas que afrontará el Gobierno que proponga Barnier: las pensiones. “La derogación de la reforma de las pensiones es esencial para nosotros, el aumento de los salarios es esencial para nosotros, la inversión en servicios públicos también y sé que Michel Barnier no va a llevar a cabo esta política”, asegura el secretario del PCF, quien avisa de que se negarán a extender la edad de jubilación, actualmente en 64 años.
Preguntado por una hipotética moción de censura, Roussel advirtió de que, si Barnier presenta el mismo presupuesto, “por supuesto” que la presentarán, porque ese Gobierno sería “un nuevo sufrimiento para el país, para los servicios públicos y para el mundo laboral”.
El pasado 7 de septiembre, 300.000 personas en toda Francia (según los organizadores) respondieron al llamado para manifestarse por el Sindicato de Estudiantes y el Sindicato del Liceo (USL). Si la iniciativa fue apoyada por el Partido Comunista y los Ecologistas, fue sobre todo la Francia Insumisa la que logró imponer su eslogan en las protestas: la destitución de Emmanuel Macron.
“Nadie dice que el Sr. Barnier es responsable de la situación. Todos dicen que es Macron. Así que si Macron es el responsable, debe irse, y nadie más”, aseguró Luc Mélenchon.
“Macron dimite”, contestaban los manifestantes. Un eslogan que, seguramente, sea el más escuchado a partir de ahora, con un primer ministro títere de las élites burguesas francesas y de la ultraderecha de Marine Le Pen.